lunes, 12 de septiembre de 2011

Notas de viaje: El chulo de Venezuela (VIII)

Venezuela Straight Ahead. por Robin Thom.

Parece un artista de cine. Se da un aire a Antonio Banderas. Tal vez un poco más bajo. Viste un jeans Guess y una camisa sin mangas Dolce & Gabanna. En el cuello, dos cadenas martilladas de oro 18 quilates. Y en la muñeca derecha, una gruesa manilla. Su dorada exhibición la completan muelas de oro.

Son las 9 de la mañana cuando entro a la cafetería Rumbos, a ingerir algo ligero y hacer tiempo, para no llegar demasiado temprano a casa de Oleyvis, la esposa de Pablo Pacheco, desde 2003 encarcelado por razones políticas.

La cafetería está vacía. El muchacho que parece un modelo y yo somos los dos únicos clientes a esa hora. Las dependientes no le quitan los ojos de encima. Descaradamente coquetean. Pero él está en lo suyo. Habla con su Blackberry, como si no existiese nadie más en el mundo.

Toma cerveza fuerte Bucanero y mordisquea un bocadillo. Mientras espero por una hamburguesa y un jugo de mango, me percato que el chico de oro se dirige a mí.

-¿Señor, usted es de La Habana?
-Sí, contesto. Pide permiso y se sienta en mi mesa. Se presenta.

-Me llamo Carlos, soy del municipio Venezuela, a 15 kilómetros de la ciudad de Ciego de Ávila. Hace cuatro años que vivo en La Habana, en la barriada de San Leopoldo.

Está aburrido, esperando a su novia, una cubana residente en Italia, que lo viene a recoger para pasar unos días en Cayo Coco, centro turístico en los cayeríos avileños.

A los pocos minutos, Carlos se siente en confianza. El tipo es locuaz -y alardoso.

-Me di cuenta que eras habanero, por las bolsas y la forma de vestir y caminar, en eso soy un lince. A pesar de mis 23 años soy un tipo de éxito.

-¿Por qué?, le pregunto.

-Soy chulo, tengo suerte con las mujeres, vivo de ellas. Nuria, mi novia, que viene de Milán, me prometió comprarme un coche. En La Habana cuatro chicas trabajan para mí, me dice bajito, acercándose. Le sale un tufillo. Parece algo bebido.

-¿Y tus padres?, indago.

-Viven en el central Venezuela. Gracias a mí tienen una buena casa y dinero para comer lo que quieran. En ese batey lo único importante es el central azucarero, que está parado, y el pelotero Atanasio (Tanis) Pérez que nació ahí, jugó en Grandes Ligas y ahora está en el Hall de la Fama de Estados Unidos. Yo quisiera ser el otro tipo importante. Desde pequeño se me han dado bien las mujeres, me fuí a la capital y no me arrepiento. Me ha ido de maravillas.

Sigue hablando banalidades, sobre marcas, modas y coches que un día aspira a tener. Una despampanante trigueña hace su entrada y con alegría lo besa y abraza. Carlos me la presenta, es Nuria, su novia que viene de Italia.

Se marchan en un BMW rentado. Las chicas de la cafetería pegan sus rostros al cristal para ver el auto plateado en el que parte la pareja. Luego vuelven a la rutina, fregar cubiertos y platos, recoger las mesas y atender los escasos clientes. Es evidente que aún esperan porque una buena estrella las ilumine.
Iván García

Foto: Robin Thom, Flickr.


Nota.- Octavo trabajo de una serie de 10 publicados en abril de 2009 en el blog Desde La Habana. Todos los posts publicados en 2009, el primer año de existencia del blog, 'misteriosamente' desaparecieron.

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