jueves, 27 de septiembre de 2012

El embargo tiene más agujeros que un queso Emmental



El bloqueo, como le llama el gobierno, es real. Es un embargo comercial que a partir de 1960 decretó Estados Unidos y comenzó aplicarse con todo rigor en 1962. En esa época provocó que las máquinas y equipos de cientos de fábricas se convirtieran en un montón de herrumbre inservible.

Luego, las afectaciones fueron menores. La antigua URSS conectó una tubería de petróleo y rublos desde Moscú hasta La Habana. De la Unión Soviética anualmente nos llegaban camiones, tractores maquinarias, cohetes antiaéreos y Migs 29.

Todo eso pagado con caña de azúcar, caramelos y mármol. O sin pagar un centavo, en el caso de las armas. A sabiendas que el vecino del norte nos había impuesto “un criminal bloqueo” -al decir de Fidel Castro- lo lógico hubiese sido intentar racionalizar el caudal de rublos y recursos que por decreto enviaba el Kremlin y crear en la isla una industria rentable y unos servicios eficientes.

Pero qué va. Ya se conoce que los régimenes totalitarios no han funcionado en ningún país. No es problema de coeficiente intelectual, ni deficiencias genéticas. No. Es que estos sistemas sociales y que intentan ser justos, no funcionan porque han olvidado que el hombre es un animal individualista y competidor feroz.

Las sociedades cerradas, desde Corea del Norte, pasando por China y Rusia y terminando en Cuba, han fracasado porque van contra de la razón humana. En el período de 1975 a 1989, cuando sobraban recursos de la Europa Oriental, los efectos del embargo apenas se notaban en la isla verde olivo.

Después cayó el Muro de Berlín. Y Cuba no había invertido un duro en desarrollarse. Solo sabíamos gastar y gastar. Entonces vino la inevitable crisis económica. El eufemístico “período especial en tiempos de paz”. Ya se sabe lo que es: una guerra sin muertos por tiros, pero con las mismas consecuencias.

Hambre, apagones de 12 horas diarias y una economía que retrocedió a la era primitiva. Fue cuando Fidel Castro retomó el discurso de condena el embargo.

Sí, es injusto. El mundo da fe de ello en las votaciones anuales en las Naciones Unidas. Pero si Cuba no fuera la mendiga del Caribe y tuviese dinero en sus arcas, el embargo hubiese sido una herramienta inútil.

Culpar al embargo estadunidense de los males de la economía nacional, tampoco es justo. Los mandarines criollos son letalmente ineficaces por problemas estructurales del sistema. Además, el embargo tiene más agujeros que un queso Emmental. Por divisas, en las tiendas habaneras se venden productos Made in USA como Coca Cola, jugos Del Monte y ordenadores Dell.

A finales de los 80 existió un departamento denominado MC (moneda convertible) dentro del aparato de inteligencia cubana, que entraba de contrabando tecnología yanqui. Los oficiales del Ministerio del Interior perdieron el rumbo y comenzaron a traficar con drogas.

Pero, al margen del narcotráfico, el MC demostró que para los hermanos de Birán no es difícil comprar productos fabricados en Estados Unidos. En los momentos más duros del embargo -durante la administración de George W. Bush- los militares cubanos compraron hasta jeeps Humvee del ejército gringo.

Precisamente el enemigo número uno de los Castro, desde 2001 es el país que mas alimentos vende a Cuba. El verdadero embargo, diez veces más violento, lo tiene implantado el régimen hacia sus ciudadanos.

Hablemos con franqueza. La información no circula libremente, internet es un lujo a pagar en divisas y para salir y entrar a tu propia patria debes esperar con paciencia que te concedan un permiso, si te lo conceden. Hay mucho más. Los cubanos no tienen derecho a invertir en su país y se puede ir tras las rejas por escribir tus criterios u organizar un partido político.

Ya se pueden tener celulares, alojarse en los otrora hoteles exclusivos para turistas y comprar o vender autos y casas. Pero ahora las autoridades han vuelto a colocar colocado trabas al flujo de paquetes entre las familias residentes en el extranjero y las de aquí. A partir del 3 de septiembre, enviar una caja desde el exterior hacia Cuba, además de caro y riesgoso, puede ser un dolor de cabeza.

Ya ocurrió en 2008, a raíz de los tres ciclones que ese año asolaron varias provincias. Se permitió el envío de hasta 5 kgs de medicamentos y otros artículos de primera necesidad. Lo primero que hizo Correos de Cuba fue subir el importe a las personas que los recibían, de 20 pesos a 70, casi la mitad de la pensión de un anciano.

El cinismo está al por mayor entre las autoridades cubanas. Con el pretexto del 'bloqueo' y sus arcas vacías, no les tiembla la mano para aplicar un torniquete al cuello de sus ciudadanos y tratar de ahogarlos por completo.

En una entrevista de 2010, el cantautor español Víctor Manuel, decía: "No veo en Cuba una evolución hacia la democracia. Tendrían que estar en democracia hace muchos años. Quieren ser como los chinos, pero como no tienen el poderío económico de China, lo que hacen es joder a la gente".

Una gente que está harta del cuento del embargo. Pero también de su añejo gobierno. Si los Castro sinceramente desearan el libre flujo de cubanos y de paquetes, no pusieran tantas trabas legales.

Sin embargo, forman un guirigay, cuando Estados Unidos limita el número de viajeros cubanoamericanos o dólares a enviar. En el fondo, detestan a los emigrados. Porque se marcharon de su patria y la mayoría no apoya a la revolución. No olvidemos que fue Fidel Castro quien los llamó "gusanos".

Iván García

Publicado el 13 de noviembre de 2010 en El Blog de Tania Quintero con el título El verdadero embargo.

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