lunes, 20 de enero de 2014

Pobre Nueva York



En medio de un descalabro mundial de la izquierda nunca antes visto -pues ya sabemos que en España apenas existe la izquierda desde que Zapatero hundió al país, por otro lado en Francia ningún otro presidente anterior a François Hollande había registrado índices de fracaso tan vergonzosos, en Italia ni se habla de los militantes, y en Estados Unidos, Barack Obama barre con el bajísimo nivel de popularidad el suelo del cuarto de los trastos, y así por el estilo en el resto del mundo-, en New York, sin embargo, ha ganado la alcaldía un tipo que se dice demócrata llamado Bill de Blasio.

Parece el nombre de un cantante populachero de esos de los años setenta, como Lupita de Alesio, o algo por el estilo, que me perdone Lupita.

Pues Che de Blasio, el camarada, como lo llaman sus amigos y miembros de su partido político, pasó su luna de miel en Cuba al casarse con la "poetisa negra", tal como la denomina la prensa en un alarde antirracial que más racista no puede ser, Chirlaine McCray.

El alarde antirracial lo ha encabezado el mismo recién estrenado alcalde, que no ha vacilado en airear a su mujer negra y a sus hijos "mestizos", tal como los clasificó la televisión francesa ayer, al mostrar imágenes de De Blasio luciendo no a la mujer que ama, o sea a su compañera sentimental y esposa, sino a la "negra intelectual" con la que se casó y con la que tuvo hijos nada más y nada menos que mulatos, ¡oh, novedad!. Como si fueran los primeros “mulatos” de Nueva York, como si el Bronx, Harlem y hasta la Quinta Avenida no hubiesen sido descubiertos hasta hoy.

En fin, que se comenta que ha ganado un demócrata, un liberal, etc, y todos esos epítetos politiqueros para engañar, enmascarar la evidencia de lo contrario. Este señor que pasa su luna de miel en Cuba con su rabiosa "poetisa negra" comunista no es un demócrata, no, es un colaborador del castrismo y un comunista, al igual que su mujer, exmiembro de las Panteras Negras, exlesbiana vociferante de los grupos gays y feministas.

Y ha ganado porque ha sido votado también por una gran cantidad de inmigrantes que, cómo iba a ser de otro modo, ya le presentaron la lista de sus "diez deseos". Estos inmigrantes, por cierto, son bastante curiosos, esa lista de "diez deseos" jamás la presentan en sus respectivos países cuando todavía se encuentran en ellos, ni intentan cambiar las leyes migratorias de sus países tal como lo intentan hacer en Estados Unidos, y para colmo, en lugar de aportar alguna utilidad se la pasan pidiendo con las guitarritas entonándoles el cerebro, viven de las ayudas y las becas, rara vez de su trabajo.

Pero a estos inmigrantes el nuevo alcalde no los lució en su campaña, ni tampoco el presidente votado en dos ocasiones. Los usan, eso sí, y los dejan tirados como papel higiénico cuando ya les arrebataron el voto. Pero estos inmigrantes, desde luego, son tan brillantes que siguen votando a la izquierda con la esperanza guindada del cortinaje de una ranchera. ¡Allá ellos!

Bill de Blasio, cuyo verdadero nombre es Warren Wilheim Jr., de ascendencia alemana por parte de padre e italiana del lado materno, es, quién se atreve a dudarlo, un admirador de Fidel Castro, y un sandinista adorador de la musulmanería. Sus votantes son, de hecho, una gran cantidad de musulmanes antisemitas, y también, ¡cómo que no!, los judíos neoyorquinos, siempre tan devotos del sacrificio.

No hay más que verlo aquí. El mulá De Blasio ya declaró que hará de la ciudad de Nueva York un "paraíso igual para todos" y la pondrá en un "rumbo absolutamente progresista". Léase igualitario, o mejor, totalitario; y es que ese discurso ya lo oímos los cubanos. Por cierto, prepárense para que la Gran Manzana desborde de espías castristas (más de los que ya hay), y de hombres nuevos de ultramegadiseño raulista. Eso es lo que trajo el barco.

Zoé Valdés
Libertad Digital, 6 de noviembre de 2013.

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