viernes, 17 de octubre de 2014

Varadero, desde el espacio y en la Tierra



Desde el espacio, así se ve la Península de Hicacos, donde se encuentra Varadero, una de las mejores playas de Cuba. En la tierra, el panorama puede ser distinto.

Hace dos años, Nivaldo ha montado un pequeño negocio, robando whisky en el hotel de Varadero donde trabaja como cantinero. Después, cada botella es vendida a 15 cuc en centros nocturnos, paladares y bares privados de La Habana.

“Es un ‘bisne’ discreto. En combinación con el jefe de almacén, en cada turno me llevo 6 o 7 botellas de whisky. Es fácil de justificar, pues el consumo de los huéspedes es abierto, solo tenemos que sustituir las botellas llenas por vacías”, cuenta Nivaldo.

Un amigo, propietario de un auto, semanalmente traslada de 40 a 50 litros de whisky a una persona en la capital, que se encarga de venderlos en el mercado negro habanero.

“Son bebidas que en bares y centros nocturnos se venden entre 32 y 70 cuc el litro. Yo los ofrezco por 15 cuc, pero si me compran varios litros, les hago una rebaja del 10%. Es un negocio de poco calado, comparado con las movidas y robos de pesos pesados y funcionarios del Ministerio de Turismo. Cada semana ingresamos no menos de 700 cuc, a repartir entre cuatro: el jefe de almacén, el chofer, el vendedor y yo”, apunta Nivaldo.

Es una cadena bien engrasada que abastece de licor a precios más accesibles a La Habana noctámbula. Y no es que en Cuba exista una ley seca, pero los altos precios minoristas han creado un comercio negro de ron, cerveza, whisky y hasta de vino tinto en sitios con mucha demanda.

Varadero, el municipio más rico de Cuba, con una planta de 53 hoteles, villas y un reguero de bares y cabarets, es la tubería principal que alimenta el mercado subterráneo del licor capitalino.

Aunque de Varadero no solo sale whisky escocés o Jack Daniel's: también quesos gouda y mozzarella, carne de res y de cerdo, pescados y mariscos que se comercializan por la izquierda en La Habana.

Es raro que un trabajador de algún hotel de Varadero no sustraiga algo. Cada cual tiene su estanco o área donde ‘inventar’ de qué manera puede obtener moneda dura extra.

“Los hoteles todo incluido no dejan elevadas propinas como los otros, de pago por servicio. Pero algo se pega. Las que hacen las camas reciben chavitos dejados por los huéspedes. Los cantineros y meseros siempre tienen a la vista un plato para que el cliente deposite la propina. Lo reunido se reparte entre todos. Las que limpian hurtan detergente, aromatizante o frazadas de piso que luego venden en la calle. Las mucamas se llevan muestras de jabón, champú y cremas. Los cocineros cargan con carne, aceite, jamón y queso, que sirve para alimentar a su familia y venderlo en el mercado negro, el más socorrido en Cuba”, señala Osvaldo, empleado de turismo.

El régimen de Raúl Castro ha iniciado una cruzada en un intento por frenar los cuantiosos robos en el ámbito turístico. Los generales que sustituyeron sus casacas verde olivo por guayaberas blancas, manejan una empresa llamada Gaviota.

Es un emporio con cientos de hoteles, ómnibus y aviones propios en toda la isla. Administran marinas, cotos de caza y campos de golf. “En un principio, se pensó que con disciplina militar y control en los gastos, Gaviota reportaría mejores dividendos económicos que otras cadenas hoteleras como Cubanacán o Havana Tour. Pero dinero y honestidad no son buenos socios. Corre demasiada plata. Los gerifaltes se forran. Reparten lo que toca a los de arriba y se guardan lo suficiente para asegurar su futuro. Ya los hijos de ministros y funcionarios de alto rango de Gaviota no pasan sus vacaciones en Cuba. Van a Roma o Cancún y estudian en universidades del primer mundo. Todo indica que Gaviota se convertirá en la única cadena hotelera del país. En el resto de las cadenas hay ex oficiales del MININT y las FAR al mando, pero Gaviota es la consentida del gobierno”, apunta el directivo de un hotel.

El dinero y la corrupción van de la mano en Varadero. Ya sea pagarle una comisión a un tipo de la bolsa de empleo, para que te sitúe en una buena plaza, o un artesano privado le deja caer en el bolsillo 10 cuc a un inspector, para que vire la cara hacia otro lado.

En el concurrido parque de diversiones Todo por Uno, en la ciudad de Varadero, los vendedores ilegales de ropa, sombreros, mariscos y cambistas de dólares abruman con sus propuestas.

En un susurro te dicen: “Camarones limpios y frescos, a 5 cuc el kilogramo”. “Se acabó el abuso, coge tu pitusa Guess por 20 chavitos". “Compro dólares a 94 centavos de peso convertible”.

Indiscutiblemente, la calidad de vida en Varadero es muy superior al resto de los municipios cubanos. Sus pobladores suelen chapurrear hasta tres idiomas y poseen un sexto sentido para hacer dinero y negocios.

Son encantadores y locuaces. Y muy listos a la hora de distinguir entre un turista de medio pelo y un forastero con una buena suma en su tarjeta de crédito.

En Varadero se lucra con casi todo. Una cuenta de internet pirata, whisky escocés o pacotilla china. Se compran dólares y euros a mejor precio que el ofrecido por los bancos del Estado. Se puede encargar langosta y carne de res. O por un pase furtivo de billetes, alojarte a menor precio un par de noches en un resort todo incluido.

Se ofertan chicas y chicos de cualquier raza. Algunos solo quieren sexo pagado y una noche de diversión en una discoteca. Otros, con luz larga, una visa o un matrimonio que les cambie su suerte. Pero no con un cubano, con un extranjero.

Iván García
Imagen: La Bahía de Matanzas y la Península de Hicacos, desde un satélite de la NASA. Foto realizada por NASA World Wind Globe, tomada de Wikipedia.

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