viernes, 23 de enero de 2015

Recordando a Reinaldo Arenas



Reinaldo Arenas Fuentes vino al mundo el 16 de julio de 1943 en la provincia de Holguín, a unos 730 kilómetros al este La Habana. De una familia humilde, su infancia transcurrió en Aguas Claras, pueblo del oriente cubano. A los 12 años se traslada a la ciudad de Holguín, donde cursa la primera enseñanza. En 1962 se gradúa de contador agrícola y se va a vivir a la capital. En 1964 comienza sus estudios universitarios, primeramente de economía y más tarde en la Escuela de Letras y Artes de la Universidad de La Habana.

Un año antes, en 1963, había participado en un concurso de cuentos infantiles para la radio, con un cuento titulado Los zapatos vacíos. Cintio Vitier y Eliseo Diego, miembros del jurado, conocen al joven escritor y deciden ofrecerle un puesto de trabajo en la Biblioteca Nacional José Martí, y allí comienza a laborar sin haber concluido sus estudios universitarios.

Por esos años trabaja también en el Instituto del Libro y en la Casa de las Américas. Entre otras publicaciones, colabora con Unión, revista en la cual publica sus primeros cuentos, Casa de las Américas, El Caimán Barbudo y La Gaceta de Cuba, donde además se desempeña en el cargo de redactor. Entre 1967 y 1968 Arenas trabaja como editor en el Instituto Cubano del Libro.

En los concursos UNEAC de 1965, 1966 y 1968 obtiene mención por sus novelas Celestino antes del alba y El mundo alucinante, y por su libro de cuentos Con los ojos cerrados. El mundo alucinante es publicada primeramente en francés en 1968, el mismo año en que gana el primer premio de Le Monde a la mejor novela extranjera publicada en Francia, y en 1969 es editada en español por la editorial mexicana Diógenes.

En 1980, Arenas es uno de los más de 120 mil cubanos que abandonaron Cuba por el puerto habanero del Mariel. Se traslada primero a Miami y junto con su amigo Juan Abreu, funda la revista Mariel (1983-1987). Después se muda a Nueva York, ciudad en la que se instalaría definitivamente y continuaría escribiendo hasta que, enfermo de sida, el 7 de diciembre 1990 decide quitarse la vida.

Arenas hiperbolizó muchos acontecimientos relacionados con su vida, con su contexto y con otros personajes del ambiente literario e intelectual de su época. Esta perspectiva, sostenida en muchos textos suyos de carácter autobiográfico o ensayístico, contribuyó a fijarlo como personaje maldito, así como a la estigmatización de parte de la obra que publicó fuera de Cuba.

Su relato autobiográfico Antes que anochezca contó con una versión cinematográfica homónima a cargo del director Julian Schnabel, estrenada en 2001. Del mismo título es la ópera que le dedicó el compositor Jorge Martín, presentada en el Lincoln Center de Nueva York.

Considerado como uno de los principales continuadores del neobarroquismo cubano, Reinaldo Arenas cuenta con una vasta producción narrativa publicada fundamentalmente fuera de la Isla.

Dentro de esa producción, se destaca El mundo alucinante (1965), una suerte de novela histórica que recrea la vida de una figura de la emancipación americana: el cura mexicano fray José Servando Teresa de Mier Noriega y Guerra (1763-1827), personaje histórico que había nacido en Monterrey, localidad ubicada en el entonces Nuevo Reino de León, en el virreinato de Nueva España.

Del cura mexicano a Arenas le interesó su vinculación con la lucha contra el despotismo instaurado por un gobierno basado en la alianza entre las autoridades de la monarquía española y la Iglesia católica; el encarcelamiento y las incesantes huidas, que lo llevaron a desplazarse desde Nueva España a Europa y, de ahí, nuevamente a América; y su carácter inconforme, rebelde y trasgresor.

Al elegir este personaje, Arenas reactualizaba un discurso minoritario en el que se arremete contra las bases del colonialismo y que moviliza una tradición de cuestionamiento de los legados coloniales. Por otra parte, por su desplazamiento entre los continentes americano y europeo, sobre los cuales se arroja una mirada alucinada, así como por su interés en la Historia, esta obra de Arenas se aproxima a la de Alejo Carpentier.

En esa novela, a Arenas no le interesa seguir la realidad histórica al pie de la letra, y, por lo tanto, la ficcionaliza de múltiples maneras. Uno de los recursos de los que se vale es la incorporación de Orlando, personaje de la novela homónima de Virginia Wolf; así como también de la alteración intencional de las fuentes documentales revisadas para la reconstrucción de la época y de la vida de fray Servando.

Por otra parte, la hipérbole le sirve a Arenas para parodiar y satirizar la realidad, fundamentalmente de América y Europa –aunque también de Estados Unidos-, de finales del siglo XVIII y comienzos del XIX. El mismo efecto tiene lugar con la presencia de distintos narradores, a través de los cuales se manifiestan múltiples perspectivas sobre un mismo hecho.

Dentro de la obra narrativa de Arenas, es necesario destacar lo que él mismo consideró como su Pentagonía (neologismo que resulta de la combinación de “pentalogía” y “agonía”), conformada por los libros Celestino antes del alba (1967), El palacio de las blanquísimas mofetas (1975), Otra vez el mar (1982), El asalto (1991) y El color del verano (1991). Obras que textualizan la historia cubana y la del propio Arenas dentro de las convenciones del barroco.

Se trata de novelas que subrayan la artificialidad de la escritura, y que metaforizan diferentes etapas en la vida de su autor. La primera comienza el ciclo con la infancia del escritor en un medio primitivo y ahistórico y continúa en la segunda novela con la adolescencia del personaje durante la dictadura batistiana y los años que precedieron el triunfo de la Revolución. La tercera novela se dedica al propio proceso revolucionario cubano desde 1958 hasta 1970, así como al desencanto del escritor con el nuevo sistema político. La cuarta se monta según los modelos de las novelas de dictador, y cuenta una historia que termina en 1999, en medio de un carnaval alucinante y multitudinario en que la juventud cubana toma por asalto a la Isla, la cual se desprende de sus cimientos y parte hacia lo desconocido. Y en la quinta novela fabula sobre el futuro de la humanidad a partir de un relato profundamente desencantado.

La Loma del Ángel (1985) es también significativa dentro de la novelística de Arenas, y fue escrita como una adaptación paródica del clásico del siglo XIX cubano, Cecilia Valdés, de Cirilo Villaverde. Nuevamente, en la novela se interesa por el pasado histórico, esta vez por el pasado colonial de Cuba a partir de las problemáticas que ya aprovechara en su momento Villaverde: la anécdota amorosa, la denuncia antiesclavista, las divisiones de clases y los conflictos raciales; pero además se vale de las amplias repercusiones del mito en la sociedad cubana.

En ella se presentan personajes esperpénticos y caricaturescos, todos envueltos en conflictos de raza y en relaciones incestuosas. Mediante el caos, el absurdo y la ironía se ridiculizan de manera caótica las costumbres impostadas, la copia de falsas maneras, el desenfreno por el baile, la sensualidad característica de negros y mulatos, y las maneras de vestir inapropiadas para el clima de nuestro país.

Los nueve cuentos incluidos en Termina el desfile (1981) forman parte de lo más significativo de Arenas dentro de su cuentística, que en comparación con su novelística constituye una obra menor. Estos cuentos repiten temas comunes como el desengaño político y personal, la imposibilidad de amar a alguien, la asfixia dentro del seno familiar, la familia como una extensión de la opresión política, la relación amor-odio con la madre, el homosexualismo y el humor en medio de las situaciones más trágicas.

Se tratan de historias que de nuevo incorporan elementos autobiográficos de Arenas. En Comienza el desfile, se narra la entrada de los rebeldes en la ciudad de Holguín, y en Termina el desfile se relatan los acontecimientos acaecidos en 1980 en la Embajada del Perú de La Habana y que afectarían su vida.

Con La vieja Rosa (1980), Arenas vuelve a optar por la continuidad de sus historias. En este caso se trata de un volumen donde publica el relato homónimo junto a Arturo, la estrella más distante. En la primera de las narraciones, con una estructura lineal y convencional, cobran importancia los elementos sobrenaturales y la música.

Cuenta la vida de Rosa, una madre que llora las ruinas de su casa, de su familia y de su época, y que descubrimos como una mujer defraudada por la vida, y por lo tanto frustrada. Arturo, por su parte, es un personaje a través del cual se cuestiona el sistema carcelario como método para reeducar o reformar a los individuos. Un relato en el cual vuelven algunos de los temas de Arenas, como el sexo, la madre, la frustración, la libertad tronchada, la marginación, la soledad y la muerte, así como el recurso de la intertextualidad, que hace conexiones en este caso, por ejemplo, con el texto bíblico o con Memorias de Adriano, de Marguerite Yourcenar.

Biografía tomada de EnCaribe, enciclopedia de historia y cultura del Caribe.
Foto de Jorge Camacho, tomada de Una lectura inédita de Reinaldo Arenas, en su voz.
Leer también: El encanto de la transgresión.

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