miércoles, 30 de marzo de 2016

Hacer la calle



Hagamos el amor y no la guerra, esel axioma que define a Alex, un chico que decidió llevar una vida sin tapujos, donde supo imbricar dinero, sexo y una carrera universitaria, de la cual acaba de salir airoso.

No rebasa los 25 años, pero conoce la vida nocturna de Santa Clara y La Habana con la precisión de un cartógrafo en un mapa. Alex, por supuesto, no se llama Alex; pero al calor de esta historia, en la que revela los aspectos más personales de su intimidad, quiso mantenerse en el anonimato.

Y nos cuenta que sí, que de alguna manera cumplió un viejo sueño infantil de ser ingeniero, y ahora viaja a la capital a 'hacer la calle', ese acto de salir a buscar un extranjero decidido a pagarle por placer. "Pero lo hago pa’ pasarla bien, ¿tú sabes? Y cobro pa’ sacarle provecho, aunque no me dedico a eso".

Tonito, que tampoco se llama Tonito ni se dedica a eso, se define más casero. Desde temprana edad descubrió su atracción por los hombres, sin que ello supusiera ningún cambio drástico en su personalidad. De las noches santaclareñas, las relaciones humanas y el sexo a cambio de dinero sabe un montón: "Tengo unos cuantos amigos que lo practican, puedo hablar sin problemas".

Por Alex y Tonito sabemos que la prostitución masculina está presente en Villa Clara, que parece colarse en los rincones, sobre todo, de la capital provincial y que algunos la asumen por necesidad y otros por diversión.

Según especificó en entrevista exclusiva para este trabajo el doctor e investigador Julio César González Pagés, prostitución masculina es cuando una persona del sexo masculino mantiene relaciones carnales con alguien del mismo sexo a cambio de dinero o un obsequio material. A ella suelen dedicarse jóvenes menores de 30 años.

Aunque a muchos les parezca un asunto moderno, se trata de una práctica ancestral, que ahora se visualiza y genera debate. Así lo asegura González Pagés, quien precisa que desde finales del siglo xix ya existían estudios del antropólogo Luis Montané sobre la homosexualidad y el travestismo ligados al mercado del cuerpo masculino en Cuba.

"Se hablaba de prostitución dentro de los barracones de los negros y los emigrados chinos. También, en La Habana de inicios del xx estaban las llamadas zonas de tolerancia, como el Barrio Chino o el teatro Nogueira, donde se hacían espectáculos de pornografía cuyos protagonistas eran hombres a los que se les pagaba", añade.

Los años 90 constituyeron un punto de giro al interior de la familia cubana y su sistema de valores. A raíz de la crisis económica conocida como 'período especial', la vida impuso nuevas formas de pensar. Fue la época de la despenalización del dólar y la llegada del turismo al país como medida emergente para oxigenar una economía asfixiada.

En este escenario, Denise Hernández Villar, licenciada en Sociología y especialista en Sociología de Género en la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas, afirma que la coyuntura económica propició que ciertos núcleos familiares asumieran la prostitución como un medio de sustento.

"En Cuba se invirtió la pirámide social. Se desvalorizó el trabajo y el salario. Muchos profesionales quedaron desamparados, y algunos de ellos optaron por asumir esta práctica como vía de escape para el bolsillo. A partir de ahí, ocurre algo inusual. Una práctica mal vista, cuestionada, criticada, condenada y rechazada desde los controles sociales (léase leyes, regulaciones y voluntad política), desde el punto de vista social ahora cambia su percepción. Un ejemplo: antes una mujer era clasificada como prostituta, hoy se le llama jinetera, luchadora, y en el caso de los hombres, pingueros, chulos", apunta.

Cuenta Tonito que en este mundo de la prostitución masculina hay tres clases sociales: baja, media y alta. En la primera están los que la practican en exteriores (hacer la calle) y cobran 80 pesos en moneda nacional. Casi siempre es entre cubanos. La clase media incluye a quienes piden 5 o 10 cuc -o quizás una muda de ropa o un par de zapatos- y son más exigentes.

"Ahí están las historias que se cuentan del baño de Las Arcadas u otros sitios cercanos al parque Vidal. En la llamada Fuente, en los bloques de Pastorita, hay un lugar para esperar a clientes, los llamados 'puntos'. También por la zona hospitalaria", dice Tonito.

Y explica que los de las clases altas consiguen a los extranjeros mediante internet y hacen citas online. El cobro depende del país de origen: a un mexicano le piden 20 cuc y a un norteamericano entre 50 y 60 cuc. Basta teclear algunas palabras claves en Google: sexo + chicos + cubanos + tarifas y en el buscador afloran páginas destinadas única y exclusivamente a la prostitución masculina.

"Ellos son más finos, no se dejan ver mucho. La mayoría termina en La Habana, donde existen las tarifas más altas y un mercado mejor concebido para este oficio" aclara.

Quizás, en esa búsqueda de mayores ganancias, Alex haya preferido viajar asiduamente a la capital. "Primero pedía 50 o 60 cuc, porque me daba pena, pero después no bajaba de los 80. Mientras más viejo era el cliente, más cobraba. Dependía de lo que pidiera, y si era activo o pasivo, aunque yo siempre hacía el trabajo completo. Pero algunos piden cada cosa..."

De esto último da fe Tonito, quien recuerda con pesar el día en que a uno de sus amigos lo dejaron semidesnudo en medio de la Autopista Nacional, cuando le exigieron un servicio que no quiso realizar.

¿Existe violencia por parte de algunos clientes?, le preguntamos a Alex.

-Muchas veces tenía que ponerme fuerte, porque si actuaba primero, después no querían pagar. Uno ahí se pone a formar tremendo espectáculo: que voy a llamar a la policía, a gritar, a decir que me violaron, pa’ que se asustaran y pagaran. A mí me pasó con un brasileño.

-Normalmente este trabajo se hace solo. Quizás se establecen algunas cofradías, pero el hombre tiende a concebirse como su propio jefe, a diferencia de los tiempos en que las mujeres quedaban bajo el yugo de la figura del proxeneta.

-A veces nos poníamos de acuerdo un amigo mío y yo para cuidarnos de los que sí se dedicaban a eso por completo. Que por cierto, muchos hasta tenían novia. Mi amigo es peluquero y gana cantidad, a él no le hacía falta, pero igual salía conmigo.

Alex, acabas de graduarte en la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas, ¿por qué escoger este camino?

-Sé de universitarios que lo practican allá, en La Habana. No soy un caso atípico. Lo hacíamos mayormente para ir a fiestas, a restaurantes, a hoteles, a lugares que uno por lo general no se puede permitir. Éramos como guías de turismo. Nos declarábamos así. Llevábamos a los extranjeros a un tour por la ciudad, ellos nos pagaban todo y al final sucedía lo que tenía que suceder.

Para Pedro Chaviano Rodríguez, especialista del Centro Provincial de Prevención de las ITS-VIH Sida y coordinador de las redes sociales del Centro Nacional de Educación Sexual en Villa Clara, la palabra prostitución es obsoleta. "Por ser una categoría comportamental desde el punto de vista epidemiológico, lo nombramos sexo transaccional: el propio nombre indica que existe una transacción, una entrega sexual a cambio de una ganancia material o no".

Desde su experiencia, Chaviano asegura que se reporta un incremento de jóvenes que ejercen esta actividad en Villa Clara. Por lo general, pertenecen a otras provincias y las edades oscilan entre los 19 y 21 años.

"Lo ideal sería que no se practicara el sexo transaccional. Tratar de que esas personas se integren a la sociedad; pero si alguien desea hacerlo, no podemos meternos en eso pues no está penalizado, solo pedimos que lo hagan responsablemente, con el uso del condón".

¿Se penaliza o no la prostitución en Cuba?

Responde José Ramón González Guadarrama, especialista. en formación y desarrollo profesional del Tribunal Provincial Popular de Villa Clara: "A diferencia de otros países, en Cuba no se le da un tratamiento de delito, sino de conducta antisocial, lo que aparece recogido en el artículo 73, apartado 2, del Código Penal. La Ley establece el delito de proxenetismo y trata de personas, y sanciona a quien vive del comercio carnal. Las sanciones dependen de las personas que utilice el proxeneta en el ejercicio de la prostitución, y van de 4 a 30 años de privación de libertad.

¿Y en el caso de quien ejerce la prostitución?

-No se asume como un delito, sino como una conducta antisocial y puede conllevar medidas de seguridad, entre uno y cuatro años de internamiento en un centro de trabajo especializado o de estudio del Ministerio del Interior. Conocemos que en los últimos tiempos ha surgido esta práctica entre los hombres, pero no han llegado con frecuencia a los tribunales. En ellos resulta más difícil comprobar que se dedican a esta actividad.

Así, como Alex, Tonito y sus amigos, otros jóvenes se aventuran a la calle y proponen su cuerpo al mejor postor. Algunos lo definen como una diversión con ganancias, otros lo asumen como un oficio rentable. Lo cierto es que se trata de un fenómeno latente en Cuba, y ante el cual no podemos taparnos los ojos.

En opinión del doctor Julio César González Pagés, "no es más ni peor que en otros países. Simplemente tiene sus peculiaridades. La prostitución masculina es un fenómeno que debemos analizar y saber qué medidas tomar respecto a estas personas que ven en el trabajo sexual o prostitución, según quiera decirse, una opción de vida. En este caso, se trataría de educar para que vean la sexualidad como un disfrute pleno de nuestra individualidad, no como un acto para el comercio".

Luis Orlando León Carpio y Leslie Díaz Monserrat
Vanguardia, 19 de enero de 2016.
Foto: Ramón Barreras Valdés.

lunes, 28 de marzo de 2016

La esquina del sexo



Son las nueve de la noche y muchachas con vestidos ajustados y provocativos, comienzan a llegar al sitio donde converge el Boulevard con la calle Aguilera, esquina de la ciudad de Holguín que a partir de esa hora cobra vida.

El lugar ha sido bautizado como El Chupi, pero nadie sabe quién ni por qué lo nombraron así. Algunos relacionan la palabra con las propuestas sexuales que se brindan allí cada noche.

Una de las primeras en aparecer es Elizabeth, rubia de 21 años. Llega temprano porque así tiene más probabilidades de encontrar clientes. “Antes venía a las diez, pero ganaba poco dinero. A esa hora hay mucha competencia… somos muchas en este negocio”.

Elizabeth ha bajado el precio y en estos días está ofreciendo su cuerpo por solo cinco dólares. “Estoy en la profesión hace tres años y sé por experiencia que en el mes de enero escasea el dinero”.

Ella sabe que en Cuba la prostitución es ilegal, por eso prefiere a los cubanos, porque “si la policía te ve con un ‘yuma’ (turista extranjero), enseguida te pide el carnet de identidad y corres el riesgo de ser detenida”.

Se aleja y, mientras camina, se muestra más sensual. Pero a medida que avanza la noche tiene menos posibilidades de ganar algún dinero para llevar a la casa.

El reloj de la iglesia San José marca las once y comienza a llegar otro grupo, aún más bellas y vestidas con ropa de marca. Son las que cobran 10 cuc por un “rato de placer”. Las más jóvenes, con rostros casi de niñas, piden 20 cuc.

Shakira, de 18 años y piel muy blanca, es la más atractiva de todas. El parecido con la cantante colombiana y su cuerpo escultural le han cambiado el nombre y facilitado el éxito en el negocio.

Según comentan, los hombres la prefieren por sus fantasías sexuales. “En la habitación les canto utilizando su pene como micrófono, también hago striptease”, presume con una sonrisa pícara.

En poco tiempo, la Shakira holguinera ha logrado una clientela exclusiva que la llama a su celular. “Mi número solo lo tienen los clientes confiables y los de buena paga”.

El negocio en El Chupi está organizado bajo estrictas reglas no escritas. Una de ellas es la de usar condón. No se permiten tomar fotos, realizar coito anal o solicitar tríos. El cliente asume el costo de la habitación, pagando 50 pesos por una hora, pero si a los cinco minutos el hombre eyacula, todo habrá terminado.

“Siempre intentamos que el cliente quede complacido para que vuelva, pero también utilizamos nuestras habilidades para tratar de terminar rápido y buscar a otro cliente”, dice Roxana, una trigueña de 20 años con grandes senos, que los exhibe a través de un escote bien abierto.

A pocos metros se ven varios muchachos. Son los encargados de brindarles protección y de avisar en el caso de acercarse la policía. “Los agentes vienen y nos piden identificación, pero es un acto de rutina porque le pagamos para que hagan de la vista gorda", explica un proxeneta.

Muchas jóvenes han intentado dejar de jinetear, pero han tenido que volver ante la imposibilidad de encontrar un trabajo decoroso que les permita sortear las carencias y el alto costo de la vida en la isla.

Ante el aumento de la prostitución, se abrió una cárcel provincial, donde más de 300 mujeres estarían encarceladas, según cuenta Indira, de 22 años, que allí estuvo presa.

El fenómeno ha tenido connotación social y ha obligado a las autoridades a reconocerlo. Recientemente, Roselia Taño Ricardo, secretaria general de la Federación de Mujeres Cubanas en Holguín, dijo a la emisora Radio Angulo que en la provincia han aumentado las indisciplinas sociales asociadas al ‘jineterismo’ (prostitución) y a prácticas sexuales que "afectan el crecimiento humano y degradan la condición femenina".

Texto y foto: Fernando Donate Ochoa
Cubanet, 25 de enero de 2016.

viernes, 25 de marzo de 2016

Esperando un cambio



Sentado al timón de su Chevrolet de 1957, Alfredo, ingeniero mecánico, recorre varios mercados de La Habana en busca de ron, cerveza y alimentos destinados a una ofrenda religiosa en vísperas del 17 de diciembre, día que los cubanos veneran a San Lázaro.

Alfredo ya acordó el precio de tres violinistas que tocarán en la velada. En el portal de su casa, en la barriada de Santos Suarez, al sur de La Habana, colocó una desmesurada imagen del santo de los mendigos.

En esa misma fecha, el año pasado, Alfredo y su familia, después de bendecir y orarle a San Lázaro, no sospechaban que doce horas más tarde de manera simultánea, el general Raúl Castro enfundado en su tosco uniforme verde olivo y el presidente Barack Obama, sorprenderían al mundo con un discurso apaciguador que marcaba el fin de la particular Guerra Fría entre las dos naciones.

“No te puedes imaginar la buena onda que había en la mayoría de los cubanos. Las propuestas de Obama estaban dirigidas a beneficiar los que tenemos negocios privados. Yo me dedico a reparar 'almendrones' (autos americanos). Pensaba que después del restablecimiento de relaciones diplomáticas todos esos carros viejos se convertirían en chatarra. Pero doce meses después estamos igual, comprándole piezas a las 'mulas' que viajan a Panamá o Miami”, confiesa Alfredo

Lo peor, dice, no es la desilusión o sentirse estafado. “Brother, lo malo es que no se ve una puerta de salida a la crisis en Cuba. El gobierno vive en otro planeta. Con su muela política y éxitos que nadie ve. Para sobrevivir, tenemos que seguir cometiendo ilegalidades y el Estado, para jodernos, nos sube los impuestos. El día que Obama y Raúl Castro cuadraron la caja me parece una fecha distante en el tiempo”.

Cuando usted charla con muchos dueños de pequeños negocios, supuestos beneficiarios de la nueva doctrina de Obama, escucha quejas, decepciones y frustraciones a granel. Se ha pasado de la expectativa exagerada al peor de los pesimismos.

Algunos negocios se han beneficiado del tirón turístico y la llegada de más de 50 mil estadounidenses. En particular las casas de huéspedes, bares, paladares y cafés situados en El Vedado, Miramar, Centro Habana o Habana Vieja, habituales rutas turísticas.

Richard Egües, nieto del flautista de la legendaria orquesta Aragón, es dueño de un bar-restaurant con una vista impresionante del malecón, en el último piso de un edificio pintado de azul, a un costado de la flamante embajada de Estados Unidos.

Se llama La flauta mágica. El pasado 14 de agosto fue un buen día para el negocio de Egües. Mientras el Secretario de Estado John Kerry ofrecía su histórico discurso y era arriada la bandera de las barras y estrellas, el canal televisivo NBC le pagó tres mil dólares por situar un plató en la terraza del bar.

“Luego las cosas no han sido igual. Pero el deshielo y el entendimiento entre ambos países siempre será mejor”, señala Egües. Si usted quiere cenar en paladares de éxito como La Fontana o La Guarida, debe reservar con meses de antelación y en cualquiera de los dos, puede tropezarse con personajes famosos de paso por La Habana.

Pero tanto en los negocios boyantes como en aquéllos con ganancias mínimas, el Estado cubano sigue sin diseñar una política que les permita hacer efectiva las propuestas de la Casa Blanca para importar insumos, acceder a microcréditos o exportar algunos de sus servicios.

Ernesto, ingeniero informático, explica de qué manera le afecta el inmovilismo del gobierno a sus pretensiones de negocios. “Quiero abrir una cibercafé y ETECSA no me otorga el permiso de conexión a internet de manera inalámbrica. Cualquier empresa de Estados Unidos me pudiera ofertar ese servicio. Pero el Estado no te lo permite, prefiere tener el control con su monopolio de telecomunicaciones”.

Alejandro, dueño de una cafetería que oferta sandwiches y comida ligera, no observa mejoras después del 17D. “Todo lo contrario. Ahora la comida cuesta más cara y se dificulta mucho conseguir alimentos. Ningún propietario particular puede ser honesto. Tenemos que infringir las leyes debido a los impuestos abusivos y la corrupción de los inspectores. Si quieres obtener ganancias, tienes que hacer trampas. El restablecimiento de relaciones entre Cuba y Estados Unidos fue un espejismo”.

Las medidas que Obama propuso para empoderar a la gente de a pie y los pequeños negocios son letra muerta. La retranca del régimen ha sido un freno. Para Alfredo y una mayoría de cubanos, el 17 de diciembre en Cuba se seguirá recordando como el día de San Lázaro.

Iván García
Foto: San Lázaro, según el fotógrafo y realizador cinematográfico Pep Bonet (Mallorca, 1974).
Leer también: Cuba: humo y cintillos de prensa.

miércoles, 23 de marzo de 2016

La propiedad privada sigue siendo el demonio



El panorama actual en Cuba es bien complicado: el gobierno se muestra incapaz de hallar una fórmula efectiva para elevar la producción, lograr la rentabilidad de las empresas estatales, elevar los salarios, controlar el alza de los precios de los productos agrícolas y desarticular la cadena de corrupción que conecta a altos cargos con un mercado negro en vías de institucionalizarse.

En las calles no solo aumenta el ejército de decepcionados, también el de los iracundos. Y como en otras épocas, a falta de resultados positivos en los experimentos económicos, los sacerdotes del modelo socialista han querido salvar la situación recurriendo a la quema pública de brujas y esta vez les ha tocado a los vendedores de los agromercados y a los llamados 'carretilleros'.

Sin embargo, para algunos expertos, más que una circunstancial “quema de brujas” lo que está sucediendo actualmente con ese pequeño grupo de “trabajadores por cuenta propia” no es más que el inicio de una batalla mayor contra la iniciativa privada, no solo por el empecinamiento de demostrar a toda costa la superioridad de la empresa estatal socialista sino por el peligro que representa para la “estabilidad del sistema”.

Un destacado investigador del Centro de Estudios de la Economía Cubana, perteneciente a la Universidad de La Habana, expone su percepción del problema. Por razones de seguridad, no revelaremos su identidad:

-No se hace nada experimentando con nuevas fórmulas, hay que restar a todas ellas ese factor negativo que es el hipercontrol del Estado, y el miedo de éste a perder su carácter monopólico. El sector privado, en pocos años, ha demostrado ser eficiente y ha crecido en todos los aspectos en comparación con la empresa estatal socialista y eso, aunque parezca positivo, representa un peligro para la estabilidad de un sistema político autocrático que basa su firmeza en la represión y en el estricto control de todo.

-Mientras más se enriquezca ese sector privado, más ganará en autonomía y eso lo llevará a transformarse en una fuerza política con la que habrá que pactar, y en los términos que establezca el capital, no la ideología, y el gobierno cubano intentará crear, por todos los medios, mecanismos que la frenen e infundirá temores en las masas para crear espejismos: el sector privado como la fuente de todos los males, y la empresa estatal socialista, un paraíso prometido. Aunque lo de topar los precios y culpar a los carretilleros y a los intermediarios por todo el problema parezca una necedad, es en verdad una táctica, porque si en algo son buenos [se refiere al gobierno cubano] es en sacarse la culpa de arriba demonizando a los posibles contrarios antes de que se vuelvan contrarios de verdad.

-La gente no es tonta, pero una mentira repetida hasta el cansancio, a veces se convierte en verdad. Y en la calle repiten lo mismo que les dice el gobierno: que los precios se estabilizarán eliminando a los intermediarios. Pero, ¿quiénes son los intermediarios? ¿Los carretilleros? No piensan que el intermediario es el mismo Estado, pero el mismo gobierno los ha llevado a pensar que ellos nada tienen que ver con el problema porque señalan la causa, o una de las tantas, pero transfieren la culpa a quien no le corresponde.

Omara Serra, ex funcionaria del Ministerio de Comercio Exterior, es de la opinión de que el gobierno muestra señales de “arrepentimiento” con respecto a las medidas para incentivar la iniciativa privada:

-Es como si las protestas de los cubanos frente a la Embajada de Ecuador los hubiera hecho pensar en algo que para muchos era impensable. Nunca imaginé ver a la gente gritando por su dinero, un dinero que no les regaló Venezuela ni el extinto campo socialista sino que lo han ganado trabajando, en sus negocios particulares, sin tener que gritar viva Fidel o abajo los yanquis. Cuando yo vi eso me dije: eso es ahora, cuando pasen unos años esa misma gente que no depende del gobierno va a marchar por la Plaza pidiendo reformas, derechos, voz. Si lo pensé yo, también lo pensaron allá arriba...

-La acumulación de dinero no solo desarrolla un país en un sentido estrictamente económico, lo hace cambiar en todos los aspectos, y llegará el momento en que el sector privado tenga el suficiente dinero para cambiar las reglas del juego y para convertirse en interlocutor de los grandes empresarios y hasta de los gobiernos, saltándose toda esa cadena de mando tan militar, tan primitiva, que es el verdadero lastre de nuestra economía. Demostrar la superioridad de la empresa estatal socialista conllevará a declarar una guerra sucia contra el sector privado. ¿En qué consistirá?.

-Mejor tienes que preguntar en qué consiste, ahora, en el presente, esa guerra porque en ninguna de las leyes aprobadas para la inversión extranjera, ni en las propuestas de inversiones son mencionados los emprendedores cubanos. El futuro de Cuba está planificado para otros, pero no para los cubanos. Puedes rentar tu casa, tu auto, pero no puedes aspirar a una crear una inmobiliaria ni tener un concesionario, esos son privilegios del Estado y de aquellos que no portan carnet de identidad cubano.

Desde la autorización del trabajo por cuenta propia, numerosas personas, con recursos para hacerlo, han preferido pasar del sector estatal al privado y, sorteando algunos escollos, han logrado cierta bonanza pero muchos reconocen que este no es el denominador común y que, posiblemente, sean más los negocios que se frustran que los que prosperan debido a las trabas impuestas por el gobierno.

Durante poco más de un año, Manuel Santusi fue el 'dueño' de una pequeña fábrica de materiales para la construcción hasta que se vio obligado a entregar la licencia y retornar a un empleo estatal. Para él, el gobierno no actúa de manera justa con los emprendedores a los que no brinda ningún tipo de facilidades.

“Todos los días te cambian las leyes, según les convenga. Llega el momento en que no sabes por qué estás pagando tal o tal más cual impuesto, te ponen más condiciones que a las empresas del Estado y más limitaciones a la hora de adquirir los insumos. No puedes establecer contratos con empresas extranjeras, no puedes importar ni exportar y para comercializar te exigen un montón de condiciones y trámites que se tardan meses. Para sobrevivir te obligan a hacer trampas y fraudes, a atentar contra tus propios clientes, a estafarlos en buena medida. Por eso la mayoría de los negocios abren, funcionan un tiempo, un año o dos y después tienen que cerrar, y si se mantienen es porque le han cogido la vuelta al sistema", confiesa Santusi.

Fidelio Goyanes, chofer de un auto de alquiler, advierte que existe una guerra constante entre el sector privado y el Estado: “Un país que quiere desarrollar la empresa privada crea leyes que la estimulen, pero aquí solo se crean para vaciar los bolsillos de la gente. Yo no cobro la tarifa que cobro porque me dé la gana, yo cobro eso porque tengo un impuesto que pagar, piezas y petróleo que comprar en donde aparezcan y porque en las shoppings el gobierno no nos regala las cosas, las cobra bien caras, y uno está obligado a comprar en ellas porque la famosa 'canasta básica' ya ni se menciona, eso no existe. El gobierno nos reclama a nosotros por cobrar lo que cobramos, pero ¿quién le reclama al gobierno?. Nosotros no somos empresarios, somos buscavidas. Incluso quien tenga dos paladares, tres o diez, también es un buscavidas pues en este país para que un negocio prospere, hay que hacer mucha maraña”.

¿Qué otras medidas adoptará el gobierno en los próximos días para bajar los precios y terminar con la especulación? Por los numerosos reportajes aparecidos en la prensa cubana, se intuye que todas tengan que ver con el sector privado y con la anulación de algunas formas del llamado 'cuentapropismo', practicadas por aquellos sectores más pobres de la población (carretilleros, mercaderes ambulantes, revendedores), lo cual obligará a una buena parte de ellos a retornar a los empleos estatales, una tendencia que, analizada irónicamente desde lo estadístico, pudiera ser interpretada en el discurso oficialista como una “recuperación de la confianza en la empresa socialista”.

Texto y foto: Ernesto Pérez Chang
Cubanet, 26 de enero de 2016.

lunes, 21 de marzo de 2016

Problemas que nunca se resuelven



A Holguín suelen llamarla 'la ciudad de los parques', pero igual puede llamarse 'la ciudad de los huecos', debido a las muchas calles en toda la provincia que se encuentran con los registros de alcantarillado al descubierto.

Las tapas de los alcantarrillados brillan por su ausencia, lo que ha provocado innumerables accidentes. Cuando alguna persona se aproxima a estos desagües, suele preguntarse: ¿dónde están las rejillas? ¿dónde han ido a parar? ¿es que nadie ve esto?

A través de los años, la realidad de esta provincia ha mostrado un enorme velo de olvido y desinterés por la parte de los gobernantes que engordan en las oficinas del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y jamás tienden sus miradas a la depauperada Holguín.

Desde hace más de seis años, en la Avenida de los Álamos, existen dos alcantarillas sin rejillas y otras con rejillas rotas, cerca de la tienda recaudadora de divisas El Caney. En esa zona, todos los años se celebran fiestas populares y carnavales a los que acuden miles de holguineros de todas las edades y debido a los dichosos huecos, siempre ocurre algún infortunio.

Otro ejemplo de la negligencia gubernamental en Holguín, lo encontramos en el alcantarillado frente a una esquina de la escuela primaria Roberto Polán Azoy, en la calle 10 de Octubre del reparto Harlem. Permanece sin una de sus rejillas, lo que ha llevado a los padres a quejarse, por la peligrosidad que supone para sus hijos.

La Organización Nacional de la Administración Tributaria (ONAT) recibe millones de pesos por concepto de impuestos de los trabajadores por cuenta propia. La gente quiere saber qué hacen con el dinero de los impuestos.

Por cierto, entre los accidentados por los huecos en las calles de Holguín tambien figuran cuentapropistas que tributan a la ONAT.

Texto y foto: Mailín Ricardo Góngora
Red Cubana de Comunicadores Comunitarios
Holguín, 26 de enero de 2016.

viernes, 18 de marzo de 2016

De la reforma agraria de Fidel Castro a los mercados vacíos



El 17 de mayo de 1959, Gilberto Ante (Manzanillo 1925-La Habana 1991) fue uno de los pocos fotógrafos que con su cámara pudo captar uno de los grandes momentos de la revolución: la firma de la ley de reforma agraria. El problema de la tierra era una de las grandes preocupaciones de Fidel Castro antes de su llegada al poder.

En 1953, durante el juicio por el asalto al cuartel Moncada, en su alegato de autodefensa conocido como La historia me absolverá, Castro dijo:

"Si Cuba es un país eminentemente agrícola, si su población es en gran parte campesina, si la ciudad depende del campo, si el campo hizo la independencia, si la grandeza y prosperidad de nuestra nación depende de un campesinado saludable y vigoroso que ame y sepa cultivar la tierra, de un Estado que lo proteja y lo oriente, ¿cómo es posible que continúe este estado de cosas?"

La ley de reforma agraria se firmó en el bohío del campesino Julián Pérez, en La Plata, Sierra Maestra. En la foto de Gilberto Ante, junto a Fidel, varios miembros del Gobierno Revolucionario, entre éstos el economista Oscar Pinos Santos (sentado en una esquina, con espejuelos y reloj) y Antonio Núñez Jiménez, presidente del Instituto Nacional de Reforma Agraria (a la izquierda, con boina).

Todos ellos darían los toques finales a una ley de reforma agraria que expropió los grandes latifundios y se convirtió en la primera medida legal de carácter radical del Gobierno Revolucionario. El 4 de octubre de 1963 se aprobaba una segunda ley de reforma agraria, la cual en opinión de especialistas en el tema, marcó el inicio del desastre de la agricultura en Cuba.


Entre aquella foto en blanco y negro y ésa en colores que yo hice en un agromercado habanero, han pasado 57 años. Y menos de una semana de mi visita al mercado mayorista El Trigal, situado en un antiguo almacén, en el municipio de Marianao, cerca de la autopista que conduce a Pinar del Río.

El Trigal surgió en el otoño de 2010, tras la flexibilización de ciertas normas que rigen el sector agrícola. Ofrece viandas, hortalizas y frutas frescas y el comprador puede regatear los precios directamente con el vendedor.

Muy temprano en la mañana, Alejandro, dueño de una paladar en la Habana Vieja, trata de negociar con un camionero que intenta venderle ají cachucha, tomates y piñas a precios que considera muy caros. "Mira, cada tres días te puedo comprar 100 libras de frutas, hortalizas y viandas. Hagamos un trato. Junto con otros dueños de paladares y cafeterías, podemos comprarte los dos camiones de productos agrícolas que tú traes".

El camionero llega a un acuerdo y reajustan los precios. Con un grito despierta a dos ayudantes que duermen en el techo del camión, para que le ayuden a descargar. En el trato no hizo falta notario ni firmar un contrato. En El Trigal, todavía la palabra de un hombre es suficiente para negociar.

La mercancía proviene de provincias aledañas como Mayabeque o Artemisa, aunque también llegan desde provincias a cientos de kilómetros de la capital. Son transportadas por los propios campesinos, cooperativistas o intermediarios que compran miles de kilogramos para revenderlos al por mayor en La Habana.

Desde noviembre de 2015, la tendencia de los alimentos en este mercado mayorista es al alza. Los dueños de pequeños negocios gastronómicos van personalmente, como Alejandro, o envían a un marchante para que escojan y compren vegetales y frutas de estación.

Otros asiduos al Trigal son los vendedores ambulantes o carretilleros, que por los barrios ofrecen verduras, frutas, frijoles, cebollas, tomates, cabezas de ajo... Pero desde el 18 de enero, el gobierno les prohibió seguir vendiendo productos agrícolas por las calles de la ciudad. ¿El pretexto? Que venden muy caro. Al gobierno no le importa que sea un servicio que beneficia a la población, sobre todo a las personas mayores. Por eso algunos carretilleros siguen viniendo al Trigal.

Es el caso de Tomás, quien después de escoger unas cuantas libras de malanga, pepino y boniato, dice: "Vengo dos veces a la semana. Compro buena mercancía y luego la revendo por el Vedado. A cada libra le gano dos o tres pesos, no más".

En estos días lluviosos de un inusual mes de enero en el occidente de la isla, en el mercado de Marianao se nota el desabastecimiento. “Hace cuatro meses llegaban más de 200 camiones diarios. Ahora están llegando 40. Se rumora que han decomisado camiones cargados de viandas y hortalizas y luego les han exigido bajar los precios”, señala un trabajador.

Marc Frank, corresponsal de Reuters, reportaba que "en Ciego de Ávila, el Estado va a reanudar la vieja estrategia de comprar y transportar todos los cultivos una vez que reciba más vehículos del gobierno central". Ya en la provincia Artemisa, considerada el granero de La Habana, en un mercado de esa localidad se puso en marcha un proyecto piloto a precios bajos y fijos

Según Tribuna de La Habana, igual que se hizo en Artemisa, en 105 distritos habaneros se abrirán establecimientos de alimentos básicos a precios controlados por las autoridades. Trabajadores, otro medio oficial, iba más allá y planteaba la urgencia de "contratar todas las cosechas y lograr que éstas lleguen a sus destinos sin intermediación de especuladores que llevan los precios al cielo".

En opinión del periodista independiente Orlando Freire Santana, "los mercados que funcionan bajo el sistema de oferta-demanda, y que son abastecidos por comercializadores privados, presentan un surtido más variado y de mayor calidad. El cubano de a pie, sobre todo el que no se deja engatusar por el discurso oficialista, es consciente de que, si se materializa la embestida contra los 'malvados intermediarios', podría sobrevenir una hambruna como la del período especial en los años 90. Sería peor el remedio que la enfermedad".

La escasez ha disparado los precios. “El año pasado yo gastaba 1,200 pesos al mes (alrededor de 50 dólares) en viandas, vegetales y diez libras de carne de puerco. Ahora para adquirir lo mismo necesito 1,500 pesos (65 dólares). Si esto no es una crisis que venga dios y me lo diga”, dice Orquídea, ama de casa que suele comprar en agromercados del municipio Cerro.

El desabastecimiento puede crear cuellos de botella en la industria. “En los próximos meses se producirá un déficit que ocasionará un alza de precios en la elaboración de puré de tomate y frutas en conserva”, expresa un funcionario del ramo de la alimentación.

Según Carlos, economista, el gobierno se verá obligado a reajustar sus gastos en la compra de alimentos en el extranjero. “En 2015 se gastaron más de dos mil doscientos millones de dólares. Para 2016 se calculaba que gastarían menos de dos mil millones, pues con una inversión de 90 millones de dólares en la agricultura, el Estado pensaba sustituir importaciones de alimentos. Pero ante las raquíticas producciones agrícolas, tendrán que desembolsar más dinero”.

El desabastecimiento llega también a las shoppings o tiendas por divisas. “No hay variedad de alimentos. Los de menor precio, como las salchichas de pollo y el picadillo de pavo, cuesta trabajo conseguirlos", acota Migdalia, mientras rastrea en los anaqueles de Ultra, una de las grandes shoppings de Centro Habana.

Los cubanos se preguntan por qué, justo ahora que Cuba restableció relaciones con Estados Unidos, un peso pesado en la exportación de alimentos, no hay un mejor surtido en las tiendas por divisas.

A pesar que los precios de la mayoría de los alimentos han caído en el mercado mundial, la pobre capacidad de compra del régimen no ha podido frenar el déficit en las producciones procedentes de la agricultura, ganadería e industria alimentaria.

La clave de las precarias cosechas, según analistas, es estructural. Una fiscalización desmedida del Estado, precios de acopio irrisorios y altos costos de venta de fertilizantes, semillas, aperos de labranza y combustible a campesinos privados (producen el 70% de las cosechas), son algunas de las causas.

Si usted recorre los campos en Cuba observará miles de hectáreas repletas de marabú, vacas que mueren por hambre o sed y tierras sin roturar. “Cuando el gobierno deje de meter las manos en la agricultura se resuelve el problema de la comida”, afirma un campesino de Sancti Spiritus de visita en la capital.

Aunque para muchos ésa es la solución, no creo que lo sea para quienes en su día creyeron que la reforma agraria de Fidel Castro y su Gobierno Revolucionario iba a ser capaz de desarrollar la agricultura y aumentar los 6 millones de cabezas de ganado vacuno que había en Cuba cuando los barbudos llegaron al poder.

Iván García
Hispanopost, 24 de enero de 2016.

miércoles, 16 de marzo de 2016

Desabastecimiento desde principios de año



Una fuerte batida de los inspectores estatales a los vendedores particulares llamados 'carretilleros', ha provocado desde el 31 de diciembre de 2015, una escasez de productos alimenticios que dura hasta hoy, sin que se vislumbre alguna solución al problema.

En Jaimanitas, en las afueras de La Habana, un 'carretillero' que no quiso identificarse, contó que para recuperar lo vendido, el 31 diciembre tuvo que vender escondido en una casa. "Ahora nadie quiere ir a comprar a El Trigal (mercado agropecuario mayorista), porque después que habló Raúl Castro, todos tienen miedo de perder dinero ante un cambio súbito. Los inspectores fueron claros en su mensaje: No podemos vender hasta que no se defina el problema de los precios”.

En los últimos días diciembre, en la prensa oficialista tuvieron repercusión las reuniones en diversas instancias del gobierno sobre la situación de los precios de los alimentos y el desabastecimiento en los mercados, que golpeó con particular fuerza durante la temporada en que muchos preparan una cena para despedir el año.

Rolando, limpiador de parques, dice que consiguió carne de puerco, pero no naranja agria para echarle al cerdo o para el mojo de la yuca. "No encontré una naranja agria en todo Jaimanitas. Tampoco había malanga, plátano, yuca, boniato, vegetales y frutas”.

Luis, vendedor de un agromercado perteneciente a una cooperativa de créditos y servicios, explicó que en la Asamblea Nacional del Poder Popular estaban discutiendo para fijar los precios. “Raúl Castro está reunido con los ministros a ver cómo queda la cosa”.

Ponce, técnico de electrodomésticos por cuenta propia, aseguró que era verdad que se estaba analizando la situación de los precios y que se iban a convertir en universitarios, de tanto estudiar un problema que era sencillo: “El Estado no tiene transporte para mover los productos del campo hasta las tarimas de los agromercados. Por eso existen los intermediarios y por eso existe El Trigal, centro de acopio mayorista donde se cocinan los precios. Una cadena donde cada cual va subiendo el precio a ver cuánto le gana y al final el pueblo es quien tiene que pagar por las nubes".

El cuentapropista añadió: “No sé de qué han sembrado las cantidades de tierras que se informan. Mira esta calabaza que ves en mi mano, antes se daba silvestre en los patios y en los solares yermos y hoy es un tesoro para quien la encuentre”.

La tienda recaudadora de divisas en Jaimanitas también se encontraba desbastecida. Nada de proteína, solo algunos productos de aseo, refrescos instantáneos, frazadas de piso, ron, cigarros y queso tipo parmesano, que nadie compra por su alto costo.

“He llamado tres veces a la empresa preguntando por el pollo y dicen que sí, que van a enviarlo, pero ya a esta hora es muy difícil que venga”, comentó la tendera del local ubicado en la calle 232. “La gente anda como loca: viene y me descarga como si yo fuera la culpable. ¿Qué tengo que ver con eso? No soy la dueña. Si fuera mía a lo mejor la tienda estuviera llena”.

En los dos agromercados estatales de Jaimanitas la situación ha empeorado tanto, que tuvieron que cerrarlos por falta de productos.

“Tampoco hay croquetas de pescado en el Mercomar, ni huevos… ¡el colmo de los colmos!”, protestó Odelia, ama de casa de 73 años y vecina de la calle Tercera, mientras cortaba unas hojas de cilantro de su jardín para hacer una sopa, la única opción a su alcance.

Donato, criador de puercos en Artemisa, de visita en casa de unos familiares en Jaimanitas, confesó: “De la carne de cerdo habrá que olvidarse por un buen tiempo. Todos los puercos que había en La Habana se los comieron el 31. Ahora hay que esperar unos meses a que se reproduzca la masa porcina”.

Agromercados cerrados, tarimas vacías, cuentapropistas sin contenido de trabajo, tiendas de divisas sin productos y gente desesperada sin qué cocinar... Es el panorama de la población cubana mientras las altas esferas deciden los precios.

Texto y foto: Frank Correa
Cubanet, 7 de enero de 2016.

lunes, 14 de marzo de 2016

Una isla donde no se come pescado



La desaparición del pescado de los mercados cubanos es un tema más espinoso que el pescado mismo. La población lamenta su ausencia sugiriendo causas; la versión más rotunda la cuentan los pescadores, que día a día surcan el mar, tratando de pescar sin artes y arriesgando su vida en viejas embarcaciones.

La pesca es una de las actividades económicas más tempranas en del mundo y el pescado una fuente básica de alimentación. Pero Cuba dejó de satisfacer las necesidades alimenticias de la población y pasó a generar divisas por concepto de exportación.

“En Manzanillo no se ha dejado de pescar, lo único que cambió fue el destino del pescado, ahora es para los ‘yumas’ (turistas) porque pagan en ‘fulas’ (divisas). Nosotros comemos pescado de agua dulce, machuelo y ‘subproductos’. Del mar, solo nos toca el miedo de emigrar en una lancha”, explica Sydney, joven manzanillero.

En la actualidad, la técnica de pesca más productiva en la isla es el sistema combinado, que permite amplitud de formas de pesca con escasos recursos. Los barcos de la flota pesquera oriental son de tamaño mediano y pequeño, con una sola cubierta y poca solidez y fuerza. Por esas características, se alejan poco de la plataforma costera.

El estado de las embarcaciones que llevan los pescadores a los bancos de pesca de alta mar, puede calificarse de regular a malo. Sufren roturas frecuentes porque casi todos sobrepasan el tiempo recomendado de explotación y casi ninguno cuenta con botes salvavidas o de maniobras.

Paradójicamente, en el astillero de Manzanillo, Granma, provincia a 670 kilómetros al este de La Habana, fabrican barcos de fiberglass, pero son destinados a la exportación y raramente se le asignan a la flota local.

“Por más que nos esforzamos en mejorar el aparejo, cada vez es peor, porque las pocas artes de pesca que tenemos son viejas, tienen roturas y hay que repararlas casi a diario, así no se puede coger el peje. Aquí no hay sobreexplotación, por el atraso y el olvido que tiene la empresa, que no se preocupa por sustituir esos barcos viejísimos, ni garantiza las artes de pesca”, dijo un marinero que solicitó no ser identificado, temiendo perder su empleo.

Otro pescador que le acompañaba informó que “la producción por lo general ya está conveniada y vendida a otros países o al turismo, incluso antes de la captura, pero a veces tenemos que salir sin hielo para conservar el pescado y estamos obligados a volver al muelle el mismo día, para descargar y no perder la producción”.

La forma de pago por captura entregada beneficia a los pescadores en activo. Un porcentaje del salario se les paga en pesos convertibles, aunque en esa misma moneda se le descuentan todos los gastos generados durante el mes (combustible, víveres y agua potable). El resto se distribuye según el rango de cada marinero.

Los que no pueden salir al mar por rotura de la embarcación, falta de hielo o combustible, quedan sin respaldo salarial, hasta tanto se incorporen a la faena pesquera. Mientras duran las reparaciones, pasan varios meses sin cobrar.

Una señora de la comunidad costera de Cabo Cruz cuenta que el año pasado, "al barco de mi vecino se le rompió el casco en alta mar y por poco se hunden, válgale que otro barco andaba cerca y les remolcó a tiempo. El barco estuvo un año entero reparándose en el varadero de Niquero un año entero. En todo ese tiempo mi vecino no cobró ni un quilo (centavo), ni siquiera lo reubicaron para que ganara algún dinero y pudiera sobrevivir mientras tanto”.

La pesquería realizada por particulares también ha mermado, las innumerables restricciones se han convertido en un obstáculo infranqueable para la nueva generación de jóvenes pescadores, debido a la exigencia de permisos, propiedades, licencias, regulaciones y un sinnúmero de limitaciones que les impide tener pequeñas embarcaciones y su posterior legalización.

Por su parte, el objetivo de la pesca industrial es lograr un gran número de capturas. Para ello se necesita capital para equipar los barcos e investigar nuevos sistemas de pesca con tecnología avanzada y una infraestructura portuaria donde desembarcar y distribuir las capturas.

Luis Elio, otro manzanillero entrevistado, mira el mar con tristeza y dice: “De las pescaderías solo quedan los nombres y los recuerdos. El pescado que comemos los manzanilleros, tenemos que comprarlo en el mercado negro y una libra vale más que un día de salario”.

Texto y foto: Roberto Rodríguez Cardona
Cubanet, 26 de enero de 2016.

viernes, 11 de marzo de 2016

Cuba: ¿legalizar o no los juegos de apuestas?



En una amplia mesa rectangular de madera, nueve personas siguen expectantes el recorrido de tres pequeños dados de nácar, que luego de chocar contra el larguero frontal del tablero giran en un diabólico suspense.

En esas milésimas de segundo, el silencio se puede cortar con una tijera. Parece una escena congelada. Los jugadores miran exclusivamente hacia los dados.

En perpendicular a la mesa, justo debajo de cada jugador, gruesos fajos de billetes. En una esquina del tablero, el dueño del negocio, un mulato sentado en una silla de hierro con una lata de galletas entre las piernas llena hasta la mitad de dinero. Absorto, él también sigue la trayectoria fortuita de los dados.

Por fin los dados se detienen y la combinación de números marcados anula la jugada. Los apostadores sueltan un suspiro profundo, se rompe el silencio lúgubre, y entre el humo de cigarros y la bulla, aquello parece una casa de locos.

“Voy una tabla en fulas (cien dólares) que ahora vienes chiquito”, espeta un negro con overol de mecánico. Le contesta un señor canoso, que cuenta el dinero pasándose los dedos por la comisura de sus labios.

“Grande hasta la muerte, pago tu jugada”, responde. Estas personas juegan silot. Cuentan los apostadores más viejos, que el silot es oriundo de las regiones orientales. Pueden jugar cuantas personas quepan alrededor de un tablero.

Las apuestas se colocan al frente de cada jugador. Uno de los jugadores hace de banco. Cuando dos dados combinan (por ejemplo, una pareja de uno y otro cinco, el dado solitario marca la jugada), entones cada apostador coloca su tiro.

Para ganarle al cinco hay que tirar un seis, o un tiro mágico donde los tres dados marquen el mismo número. Cuando el banco dispara el seis, o tres dígitos iguales, automáticamente recoge el dinero puesto en la mesa.

El mulato que bebe una cerveza tras otra, introduce en su lata de galletas el diez por ciento del monto de dinero recogido. Si el banco tira un uno, cada jugador cobra la cantidad apostada de dinero. En el argot popular, las casas clandestinas de juegos se les conoce como burles.

Es raro que en un municipio de Cuba no exista un burle. Por lo general, se juegan variantes del póquer, longana, bacará o silot. Existen casas de juegos para todos los bolsillos.

En algunas se puede jugar con 500 pesos (25 dólares). Otras son más exclusivas: cada jugador debe portar 5.000 pesos (200 dólares).

Según Hernando (nombres cambiados), propietario de una casa de juego, en un día flojo gana 1.500 pesos (60 dólares). “Casi siempre los partidos están a full. En mi negocio corre dinero. La gente suele jugar de 60 a 80 mil pesos (3 mil a 3.500 dólares)”, expresa el dueño del burle después de acabar el partido al filo de las cinco de la mañana.

También hay casas de juego para personas de poco dinero. Silvio, ludópata incorregible, es asiduo a un partido donde el bote es de 20 pesos (un dólar) por cada jugador. “Voy por vicio, para matar el tiempo. Se gana poco y se pierde poco. Los escachados son los que más acudimos a esos burles”.

Norberto se pasa la mitad del año preso por delitos de poca monta y en la cárcel aprendió a jugar cartas. “Allí en vez de dinero se paga con cigarros o comida. El burle para mí es un modo de vida. Me encanta el ambiente, su jerga particular, las estrategias de juego, las trampas y los faroles. A veces se producen broncas. Pero no es lo normal. En los burles uno puede estar jugando dos o tres días seguidos. Las horas parecen minutos”.

Los juegos de apuestas no son nuevos en Cuba. Cuando Fidel Castro llegó al poder en 1959, la lotería y otros juegos de apuestas se practicaban legalmente en la Isla.

Los casinos eran regentados por el mafioso Meyer Lanski. Y la lotería nacional, un comodín perfecto para que políticos corruptos robaran a sacos. Desde amas de casa hasta empresarios hacían sus apuestas.

Pero Castro abolió los casinos, las vallas de gallos y la lotería. Sus enardecidos seguidores pulverizaron con bates de béisbol las máquinas tragaperras, ruletas y mesas de billar. Los juegos de apuesta fueron prohibidos por ley.

Omar, un hombre obeso y calvo, en la década 1960-70 fue banquero de la lotería clandestina, conocida como bolita. “Estuve preso dos veces. La policía me ocupó el dinero y me decomisó tres autos y una casa. Pero cada vez que salía del tanque volvía a lo mío: la bolita”.

En el siglo XXI, a Omar no le ha ido mal. “Tengo una recogida de 8 a 10 mil pesos diarios en cada tanda. Ahora hay premios por la tarde y en la noche. Los resultados se siguen por la lotería de Miami”.

En cualquier esquina de Cuba las personas cantan los resultados. “Muerto grande, piedra fina y automóvil”, le grita una vecina desde un segundo piso a su amiga, que mueve la cabeza de un lado a otro y le responde: “Me fui en blanco, hace dos meses que estoy detrás del puerco y nada”.

El diálogo pudiera ser un jeroglífico para un extranjero. La lotería criolla se juega del uno al cien y cada número tiene uno o varios significados. Se premia el fijo, entre 80 y 100 pesos, según el banco, y dos corridos que se pagan a 25 o 30 pesos. Igualmente se juegan los terminales y las centenas.

Si damos crédito a banqueros de la bolita y dueños de casas ilegales de juego, desde hace diez años, la policía mira para otro lado después de recibir dinero por debajo de la mesa.

“El gobierno debiera legalizar el juego”, dice Hernando. Omar piensa lo contrario: “Si el Estado mete las manos en la bolita nos jode el bisne (negocio). Es mejor que las cosas sigan como están”.

Los juegos más populares en Cuba son dados, naipes, silot, longana y la bolita. Pero no son los únicos. Hay peleas de gallos y perros, carreras de caballos, carreras ilegales de autos o motos y juegos de computadora en red donde las apuestas son elevadas. Pero ésa es otra historia.

Iván García

miércoles, 9 de marzo de 2016

"Arañas" en la autopista


Es domingo y no hay muchas opciones de entretenimiento ni diversión, pero para estos amantes de las rancheras y los caballos no son para nada aburridos. La cita es en una cafetería particular situada en la Autopista que conduce a San Antonio de los Baños, a unos 37 kilómetros al sur de La Habana.

Después de las 4 de la tarde comienzan a llegar muchas personas al lugar, a caballo, en carretas o incluso en camiones. Viajan desde otros municipios y el objetivo es el mismo: divertirse, beber y apostar a la 'araña' (carreta tirada por un caballo) más veloz en las carreras, que comienzan a las 6 de la tarde, en varias modalidades.

Cuando llegué, alrededor de las 4 y media y ya se podía observar un gran número de caballos y carretas. Las canciones mexicanas se escuchaban a casi un kilómetro de distancia.

Las 'arañas' utilizadas en la competencia, previamente son acondicionadas para hacerlas más livianas y veloces. En algunos casos, les añaden baterías a los equipos de audio y grandes bocinas que permitan escuchar la música.

Bárbaro Harriera, corredor de “arañas” de San Antonio de los Baños, nos aclara que esas competiciones dominicales las realizan por diversión. "Aquí no hay más opciones los domingos, así que nos reunimos y entre todos compramos ron o cerveza y pasamos un buen rato. No solo se hacen apuestas en las carreras, que pueden ser en tramos de un kilómetro en la autopista o de largas distancias como desde Pinar del Río hasta La Habana, también aprovechan para cerrar negocios e intercambiar 'arañas' y animales”.

Las carreras son el plato fuerte del evento. Las apuestas comienzan y se planifican incluso semanas antes. Las 'arañas' que compiten son revisadas minuciosamente antes de cada carrera.

“Revisamos que los rodamientos tengan buena cantidad de aire en las gomas y los arreos de los caballos estén bien amarrados y seguros. Han ocurrido varios accidentes, aunque ninguno ha sido fatal. Después del jinete, lo principal es el caballo. Una 'araña' muy buena, sin un buen caballo halando no gana”, explica Manuel Enrique Carvajal, conocido como El yuma y jinete de una 'araña' que bautizó como El pájaro negro.

En el lugar se encontraban también varios estudiantes de la Universidad de Ciencias Informáticas (UC), situada no muy lejos del lugar, observando las carreras. Mario, un joven estudiante de cuarto año, confiesa: “No me pierdo esto ni un solo domingo, la diversión está garantizada. Pero no entro en las apuestas porque he visto muchas broncas por problemas de dinero. Soy de Santiago de Cuba y los fines de semana no hay mucho que hacer en la UCI. Por eso nos reunimos varios estudiantes y caminamos hasta aquí. Esto parece un coliseo romano.”

Cerca de Autopista de San Antonio se encuentra un punto de control de la Policía Nacional Revolucionaria. Varias veces, corredores de 'arañas' y espectadores han tenido que salir corriendo porque la policía aparece de repente.

“Un correcorre divertido. Cuando llega la policía nos escondemos en el monte. Ellos andan en patrullas y nosotros a caballo. Nunca han detenido a nadie. Ellos se divierten tratando de cogernos y nos gritan que saben quiénes somos, pero en el fondo hasta ellos se lo pasan bien. En sus días de descanso, muchos vienen vestidos de civil y también apuestan”, cuenta Dayron Menéndez, corredor de 'arañas'.

La reunión que suele acompañar a las carreras de 'arañas' se efectúa en La Comida Criolla, una cafetería particular, al lado mismo de la Autopista. Una de las dependientas se llama Coralia Mesa y prefiere trabajar los domingos.

“Ese día tenemos más ventas debido a las carreras de ‘arañas’. Los caballiteros se reúnen aquí y consumen bastante. También dejan propinas, por eso prefiero los domingos. Es el día de la semana que más me divierto porque aquí dentro de la cafetería se pueden escuchar las discusiones de cuál ‘araña’ es la más veloz y quién apuesta a fulano o mengano”.

Las posibilidades recreativas a precios razonables escasean en la isla, sobre todo en las localidades del interior. Hombres y mujeres de distintas edades, se han visto obligados a crear iniciativas para divertirse y un poco dejar atrás los problemas.

Las carreras ilegales de motos, autos, caballos y 'arañas' son hoy una de las opciones preferidas por una mayoría de jóvenes cubanos.

Texto y video: Orlando González
Cubanet, 2 de febrero de 2016.

lunes, 7 de marzo de 2016

El gallo de Guillermo



Aún no le han retirado la madera que temporalmente le colocaron para fijarlo al pedestal, y ya la gente lo bautizó como El gallo de Guillermo. De color oro-viejo y con una altura de aproximadamente metro y medio, desde las patas hasta la erguida cabeza, el gallo es ahora el encargado de dar la bienvenida a los que asisten a la Finca Alcona, situada en las inmediaciones de Managua, en el municipio habanero de Arroyo Naranjo.

En el pedestal sobre el que se asienta el gallo de madera, un cartel aclara que se trata del Club Gallístico Deportivo. Pero la aclaración no es la que define el sitio. El color dorado del gallo es el que verdaderamente da la tónica apropiada: en Alcona probablemente radica la valla más importante de la isla. Sobre todo los fines de semana, ahí literalmente corre el dinero.

En el continente latinoamericano, las peleas de gallos son legales, pero en Cuba oficialmente están prohibidas. Como también están prohibidos los juegos de apuestas o azar, aunque éstos pululan a la vista de todos.

¿Qué es lo significativo de la valla de Alcona? Esa finca pertenece a la Empresa Nacional para la Protección de la Flora y Fauna, entidad estatal desde hace decenios administrada por Guillermo García Frías, uno de los dos militares que en Cuba ostentan el título de Comandante de la Revolución, el otro es Ramiro Valdés.

En febrero de 2014, Alcona fue asaltada de madrugada por tres encapuchados, quienes supuestamente se habrían robado cerca de un millón de pesos. Alguien contó después, que en la mañana de ese propio día, García Frías se presentó en el sitio, y sin bajar del auto, muy molesto, al director del centro le espetó: “Oye, quiero lo mío”.

Al parecer, por su origen campesino, este Comandante siempre ha estado muy vinculado a los gallos. Hace unos años, Camilo Pérez Villanueva, ex oficial de la Inteligencia que entre sus actividades tuvo la de comercializar “los gallos de Guillermo” (por motivos que desconozco, luego cumplió 12 años de prisión), narró que en cierta ocasión hubo que retrasar durante horas la salida de un avión comercial, en espera de los gallos de García Frías.

Relativamente cerca de Alcona radica La Recría. El lugar ocupa un extenso territorio y en él habitan distintos tipos de animales, sobre todo caballos y yeguas, algunos de pura sangre, para su reproducción. En esa área está ubicada también la fábrica de helados Flamingo, que vende su producción en moneda convertible.

La Empresa Nacional para la Protección de la Flora y Fauna está presente en todo el país y se le considera un feudo de Guillermo García Frías.

Texto y foto: José Antonio Fornaris
Cubanet, 15 de abril de 2014.



viernes, 4 de marzo de 2016

Taller de prensa con Raúl Rivero


En esas noches calientes de La Habana, cuando sin avisar aterriza la nostalgia, ese ladrón silencioso que nos roba fuerza, por mi ventana se cuela el poeta Raúl Rivero y me ofrece un taller exprés sobre las últimas novedades del periodismo moderno.

Aún la pedagogía no acepta las cátedras periodísticas por telepatía. Pero les confieso que he crecido como reportero repasando las lecciones del poeta de Morón, Ciego de Ávila.

Lo conocí un día antes de las navidades de 1995. En La Habana había un frío inusual. El sol no asomaba y la grisura resaltaba las calles agujereadas y el hollín.

Raúl vivía con su esposa Blanca Reyes en un edificio de apartamentos rodeado de solares y casas bajas con puntales altos en el barrio de La Victoria, justo en el corazón de la capital.

Un distrito complicado. Antaño zona de placer y bayúes y después de la revolución verde olivo cuna del jineterismo, drogas y fullerías del deformado hombre nuevo que intentó moldear Fidel Castro.

En La Victoria se reinventa un español entrecortado de jergas con aire del lunfardo bonaerense. Al pie de la escalera del edificio donde residía Rivero te podían proponer jabón de lavar y detergente robado la noche anterior en los almacenes de Sabatés, o una pierna de jamón casera.

En aquel timbiriche ambulante, entre comadres que chismeaban de novelas y maridos, residía el mejor poeta vivo de Cuba. Yo acaba de cumplir 30 años y el periodismo no me era ajeno.

Cuando era un chamaco, mi madre -desde 2003 viviendo en Suiza como refugiada política-, cargaba conmigo por todo el país, mientras preparaba reportajes para la revista Bohemia o programas Puntos de Vista en la televisión nacional.

Una periodista amiga de mi madre nos dijo: “El gordo Rivero está organizando una agencia de prensa independiente. Lléguense por allá”. El 23 de septiembre de 1995 el poeta fundaba Cuba Press.

El día que fui a verle, Rivero me recibió en short y sin camisa, fumando un cigarrillo tras otro. Abstraído escuchó mi propuesta y me espetó lacónicamente: “Escribe algo, luego veremos”.

Cuba Press era pura abstracción periodística, pero tenía una marcada intención de contar historias de otra manera. Sería muy pretencioso llamar agencia de prensa a una especie de oficina donde la redacción era la sala de la casa de Blanca y Raúl.

No había computadoras ni teletipos. Solo un teléfono fijo y una máquina de escribir Olivetti Lettera. Eran tiempos donde los textos periodísticos se leían por teléfono e internet sonaba a fábula.

Cuba Press fue una fábrica de periodistas, en particular para los que soñábamos con ejercer el mejor -y más riesgoso en el caso de los países autocráticos- oficio del mundo.

Junto a reporteros desencantados del periodismo estatal, como el propio Rivero, Ana Luisa López Baeza, Iria González Rodiles, Tania Quintero Antúnez, José Rivero García y Ricardo González Alfonso, me formé como periodista libre.

Luego llegó la Primavera Negra, en marzo de 2003. Y por orden expresa de Fidel Castro, 75 disidentes pacíficos fueron a prisión. Raúl Rivero fue uno de ellos. En 1999, cuando el régimen cubano aprobó una ley mordaza que duramente restringía la libertad de expresión y condenaba con hasta 20 años de cárcel a quien la violara, escribió una pieza antológica, Monólogo del culpable:

"Nadie, ninguna ley podrá hacerme asumir una mentalidad de gánster o de delincuente porque reporte el arresto de un opositor o dé a conocer los precios de los productos básicos de alimentación en Cuba, o redacte una nota donde diga que me parece un desastre que más de 20 mil cubanos se vayan cada año al exilio, a Estados Unidos, y otros centenares estén tratando de quedarse en cualquier parte. Nadie me hace sentir como un criminal, un agente enemigo ni como un apátrida ni como ninguna de esas necedades que el Gobierno usa para degradar y humillar. Soy sólo un hombre que escribe. Y escribe en el país donde nació, y donde nacieron sus bisabuelos".

Su encarcelamiento provocó una sonada repulsa internacional. El 1 de abril de de 2005 viajó a Madrid con su madre y su esposa como desterrado político del régimen de Castro. Otro más.

Ahora Raúl publica dos notas semanales en el diario El Mundo y cuentan los amigos que duerme con Cuba debajo de su almohada.

Por acá, de este lado del malecón, cuando Luis Cino, Jorge Olivera y Víctor Manuel Domínguez nos reunimos, recordamos anécdotas de Rivero (con ellas se podría editar un libro). O aquellos talleres de prensa que impartía, balaceándose en un viejo sillón. Y a cada rato repasamos su poesía y diseccionamos sus notas periodísticas.

Algunas son auténticas clases magistrales para los profesionales de la palabra. Lean la entrada de esta crónica tras la muerte del Gabo:

“A mí la muerte que me duele es la de Gabriel García, aquel viejo reportero de Aracataca que se dejó el bigote para parecerse al cantante Bienvenido Granda. Un hombre que le gustaba soñar y escribir novelas, agudo y generoso, que descubría la belleza cada vez que miraba por primera vez a una mujer, trataba de usted a las palabras y al que la vida le dio toda la gloria literaria del mundo -hasta un Premio Nobel-, pero lo dejó morir sin permitirle escribir la letra de un bolero".

O más recientemente, cuando en Ningún figurón va a Cuba dice: "Ninguno de los famosos personajes mediáticos ha ido a Cuba. Esa zona del Caribe a donde fueron y a donde irán otros a dejarse fotografiar no es un país. Es una realidad impuesta por el grupo de poder que reclama los dineros de inversionistas extranjeros para dejar a sus herederos en Palacio al mando de aquella entelequia".

El 23 de noviembre de 2015 Raúl Rivero cumplió 70 años. Sus amigos brindamos con un trago de ron. Mientras, en un viejo tocadiscos escuchamos Lluvia gris, la versión en español de Stormy Weather que en 1945 lanzó a la fama a Olga Guillot.

Iván García
Foto: Raúl Rivero en su casa de La Habana.

miércoles, 2 de marzo de 2016

¿Cuánta libertad de expresión hemos ganado con los cambios?



En Cuba no cuaja la libertad de expresión. O, para complacer un poco a tremendistas y especificadores de mierdas, diré que no cuajan avances al respecto.

Como ellos, pienso que la libertad de expresión es mito urbano: incluye la palabra libertad y en este mundo solo es posible ejercer la Libertad mayúscula por dentro.

Pero también pienso -como ellos- que es posible ejercer la libre expresión en mayor o menor medida, dependiendo de las circunstancias concretas de cada escenario.

Y el escenario nuestro sigue siendo malo y reactivo, quizás tanto como 10 años atrás cuando no había IMO-Internet en los parques, ni la gente viajaba a hacerse selfies en el frío, ni existían los llamados “medios alternativos”, que llegaron para ofrecer airadas alternativas a quienes gustan de la ópera y la pelota, y, además, tienen un acceso funcional a la red.

Desde que comenzaron los cambios, cada Día Internacional de los Derechos Humanos tiene un reflejo en los medios oficiales. Desde una semana antes y hasta una semana después de cada 10 de diciembre, la prensa del Partido celebra las bondades del Estado cubano y nada dice de sus faltas.

Se habla de la salud gratuita y de la educación especial, pero no sobre las dificultades internas que llevan a miles de cubanos a abandonar la Isla, y a viajar más de 7,000 kilómetros por tierra, entregándose a la llama, a la selva y al coyote, para ingresar luego al único país que les reconoce un estatus legal tan pronto llegan.

Al respecto solo hay ecos de las notas oficiales, y una friísima ausencia de fraternidad y compasión que debe tener a Martí retorcido del dolor en su nicho de Santa Ifigenia.

Tampoco se habla sobre la libertad de expresión porque para ellos se trata de un derecho menor, o bien de algo que no existe, de una farsa en todos los países del mundo, y como tal, no vale la pena mencionarla o debatirla.

Terminando el 2015, la prensa oficial cubana permanece ajena a los conflictos del ciudadano. Como cosa autista no despierta ante las sacudidas de la realidad.

Un reportaje de televisión transmitido el pasado día 7, por ejemplo, mostró a médicos especialistas y directivos de los hospitales Ameijeiras y Calixto García muy conformes con la entrada en vigor de la regulación migratoria que les exige autorización ministerial para salir del país por razones personales, y que busca detener el éxodo de profesionales del sector junto a las correspondientes afectaciones en el servicio a la población.

¡Al parecer no hay en Cuba un solo médico encabronado con la nueva regulación, y si lo hubiera es tan extraterrestre el tipo que su opinión no amerita espacio alguno en la prensa nacional!

Una prensa que, para empezar, nunca denunció el visible déficit de personal sanitario, y en cambio se dedicó a blablacear que todo iba perfecto, hasta que una declaración oficial del gobierno -otra vez- le pegó en la frente el cartelito de “Out of order”.

Supongo que Granma y JR tampoco revelarán las cifras de médicos especialistas que se han marchado por “razones personales” (lo cual es buscar mejores salarios), ni mucho menos las pondrá en el mismo párrafo en que se hable de los miles de galenos que hoy cumplen misiones internacionalistas en una pila de países por ahí.

Sigue, asimismo, aquejada del síndrome de “la tuya”, a juzgar por su respuesta ante las protestas frente al consulado ecuatoriano en La Habana. La prensa dijo “ya se resolvió el problema” sin haber dicho antes “está pasando algo allí”.

La prensa alternativa, por otra parte, significa un respiro de modernidad para quienes buscan inmediatez y buen estilo -sobre todo en noticias de ópera y pelota-, pero habiendo conquistado su derecho a la expresión hasta el punto en que les interesa, ya les importa un pepino el derecho a la expresión de los demás.

Cuando se trata de un medio privado se entiende: ¿no escribo yo y publico en este blog privado solo lo que me sale a mí del páncreas?

Pero en medios de otro corte, sobre todo los que declaran como su razón de ser justamente la defensa del derecho de expresión de quien lo tienen más afectado, es una verdadera lástima, gran paradoja, la omisión y censura de los mismos asuntos y enfoques considerados “demasiado fuertes” por la prensa oficial.

Proliferan así los empoderadores que empoderan solo el segmento del discurso nacional que sirve a sus intereses; mientras muy pocos defienden en lo público el derecho de todos a expresarse con libertad, o la construcción de espacios participativos libres de purga ideológica.

Quienes deciden hacerlo tropiezan una y otra vez con el ninguneo. Se me ocurre un ejemplo fresco: la censura no dejó siquiera nacer un espacio de debate cultural y nuevas tecnologías en Camagüey, a cargo del crítico Juan Antonio García Borrero.

Tan desfigurado está el terreno de la expresión pública en Cuba, tan lleno de censuras y malintencionadas sospechas, que aún proyectos mediáticos independientes se asumen desde tal adversidad, y ponen un empeño extraordinario en probar que son financieramente transparentes y profesionalmente cabales.

Un modelo admirable, pero peligroso en tanto puede sentar pautas de presunción de culpabilidad en el periodismo.

Plantearse los derechos humanos solo desde aquellos aspectos que están en mejores condiciones, es eludir la necesidad de reflexionar más sobre los que faltan o andan mal.

Y en Cuba -además de proteína y jabones baratos que huelan rico- hace falta ampliar los márgenes de la libertad de expresión y de la participación ciudadana desde una óptica inclusiva y fraternal: algo que el paisaje mediático contemporáneo niega por omisión en estos días de panegíricos que rodean al 10 de diciembre.

Alejandro Rodríguez Rodríguez
Blog Alejo3399, 10 de diciembre de 2015.

Video: A no ser en la Esquina Caliente del Parque Central de La Habana o en otras peñas deportivas que tienen lugar en localidades del interior del país, en Cuba difícilmente se encontrará grupos de personas que en espacios públicos expresen sus opiniones sobre temas ajenos al béisbol, fútbol y deportes en general. De política, democracia, libertad y derechos humanos los cubanos prefieren hablar en voz baja en la sala de sus casas (Tania Quintero).