lunes, 26 de junio de 2017

Ñañiguismo y masonería están de moda



Tipos de mecha corta, machistas y homófobos nacidos en barrios pobres y mayoritariamente negros de La Habana profunda, comparten una aspiración: iniciarse en una secta abakuá o enrolarse en una discreta institución de masonería.

A los 19 años, Daniel mató un hombre luego de propinarle varias puñaladas con un cuchillo de carnicero. Un par de semanas antes había entrado en un plante denominado Nankabia.

Daniel tiene ahora 39 años. “Lo maté por un problema de hombría, porque me agredió verbalmente en público. El complejo de inferioridad y la instigación de mis ecobios no me dejaron otra opción”, cuenta sentado en un parque del reparto Mónaco, en La Víbora.

Entre muchos jóvenes capitalinos se ha puesto de moda iniciarse en ritos como la santería, el palo, ñañiguismo o masonería. “Es una manera muy particular de integrarse y ser reconocido. Más que por fraternidad o creencia religiosa, lo hacen para demostrar su masculinidad y valor. Algunos plantes abakuá se han desvirtuado y son lo más parecido a carteles mafiosos”, opina Samuel, viejo ñáñigo habanero.

No siempre fue así. Según Samuel, los abakuá eran gente decente, trabajadora y respetuosa con su familia. “No hace falta ser abakuá para ser hombre, buen padre y esposo. Incluso hubo ñáñigos que lucharon por los derechos de los obreros, como Aracelio Iglesias, líder sindical de los portuarios, asesinado en 1948 ”.

Pero José Julio, etnólogo, afirma que "el ñañiguismo tenía fama de ser algo exclusivo y el entorno marginal o violento los inducía a cometer delitos de sangre. Son sociedades netamente machistas. Y en sus inicios, mayoritariamente negras. A principios del siglo XX André Petit, blanco y proxeneta habanero posteriormente asesinado fue una excepción. Después del triunfo de la revolución, los plantes abakuá se han amulatados”.

El ñañiguismo es una religión afrocubana de larga data. Sus antecedentes se ubican en la región nigeriana de Calabar. Y según cuentan, la organización tiene como base un mito africano que narra la historia de la violación de un secreto por parte de una mujer: la princesa Sikán encuentra al pez sagrado Tanze y reproduce su bramido en el tambor sagrado Eku.

En Cuba la asociación nació entre los negros esclavos en los inicios del siglo XIX. La primera sociedad abakuá de blancos surgió en los primeros años del siglo XX. Su creador fue Andrés Facundo de los Dolores Petit, conocido también por sus aportes a la regla del Palo con la elaboración del cuerpo conceptual y ritual de la variante Kimbisa.

La sociedad secreta abakuá cubana es la única de su tipo en el continente americano. Solamente se practica en La Habana y Matanzas y se calcula que tiene medio centenar de templos. Los sellos son la representación de cada juego o potencia abakuá. Existen alrededor de 130. En estas sociedades solo admiten hombres heterosexuales. No se puede ser gay. Tampoco un tipo flojo o de pocas agallas.

En las duras y superpobladas cárceles cubanas, donde el 70 por ciento de los reos son negros o mestizos, se han creado plantes donde se inician en lo peor de la condición humana, asegura René, abakuá de un juego llamado Efí Ubetón.

“Tengo ecobios que por diversos motivos han estado presos y me cuentan que en el Combinado del Este -cárcel de máxima seguridad en las afueras de la capital- se creó un plante que denigra a nuestra asociación. En ella se han jurado homosexuales, asesinos y gente de baja calaña”, comenta René.

En La Habana, es habitual observar a jóvenes saludándose con el típico gesto de los abakuá o añadir a su nombre de pila el juego al cual pertenecen.

La masonería es otra de las sociedades secretas que capta la atención de marginales y delincuentes juveniles. Rogelio, masón, dice que su institución intenta preservarse de influencias dañinas.

“La crisis económica y la falta de espiritualidad ha llevado a muchas personas a enrolarse en cualquier religión o secta. La masonería tiene una extensa historia en el continente americano. La mayoría de los independentistas en Sudamérica o en Cuba fueron masones. Desde Simón Bolívar a Antonio Maceo. Es cierto que en nuestra institución han existido fallas a la hora de captar miembros. Hasta se dio el caso de un masón de alta jerarquía que fue agente de la Seguridad del Estado. Pero esas cosas están cambiando. Comparado con el ñañiguismo, que se ha desvirtuado en su esencia, la masonería cubana mantiene su honorabilidad”, afirma Rogelio.

Mientras el Partido Comunista cada año pierde adeptos y a un segmento numeroso de las nuevas generaciones no les interesa ser militante de la Unión de Jóvenes Comunistas, la santería, ñañiguismo, masonería, espiritistas, Testigos de Jehová y las iglesias protestantes y evangélicas, a diario ganan espacio.

Es otra manera de escapar a la absurda narrativa oficial.

Iván García
Foto: Tomada del periódico Trabajadores.
Leer también: Jerarquía católica cubana, a la sombra del poder.

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