lunes, 3 de julio de 2017

El derrumbe, una estrategia de comunicación del PCC


En la interesante tesis de doctorado del noruego Even Sandvik Underlik, Cuba fue diferente, el autor entrevistó a 17 militantes del Partido Comunista de Cuba, veinte años después del derrumbe del socialismo euro-soviético para rescatar la visión del partido único cubano sobre la perestroika y el fin de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).

La mayoría de los entrevistados fueron funcionarios de alto nivel en el país y reflejan y analizan el tipo de información que recibieron en la época y la línea que adoptó el partido para todos sus militantes: hay que encontrar las diferencias con el modelo soviético y no se puede discutir las semejanzas con Cuba sino las diferencias.

Señala el autor: “Castro dio órdenes al Comité Central del PCC de preparar de forma confidencial argumentos contra la perestroika, “enfatizando diferencias entre Cuba y la Unión Soviética en tamaño, grado de desarrollo económico y social, historia, cultura y tradiciones”.

Como testigos de ese período en Cuba, los profesores de la Universidad de La Habana, fuimos llamados a una reunión en la cual se nos puso un video de Fidel Castro en el que decía: “Ahora el veneno nos viene del espíritu santo”, en el entendido que la perestroika era el veneno y el espíritu santo, el país del cual habíamos recibido una cuantiosa ayuda: la URSS.

El video fue para mí otro disparate de Fidel Castro porque no lograba fundamentar por qué la perestroika era un “veneno”. Siempre entendí que esta estrategia de negación, significaba que su poder estaba siendo cuestionado por aceptar la copia ideológica, política, económica, jurídica, social y organización cultural, el mismo sistema de seguridad y represión, y por lo tanto tenía las mismas consecuencias.

Su desacuerdo no era más que la evidencia de su incapacidad política para proponer y promover otras alternativas. Nunca le interesaron los múltiples problemas sociales, económicos, políticos y culturales que creaba el modelo soviético. No tenía hondura intelectual y política ni interés para planteárselos, también prohibía a los demás hacerlo. Su interés era la ayuda recibida de la URSS.

Como partido militarizado de ordeno y mando, y como régimen político tiránico, nadie más pudo manejar la interpretación de la perestroika en la URSS. Se le “dejó” a Fidel Castro que en sus discursos orientara lo que había que saber, pensar y lo que se debería decir en medio de la crisis más profunda de la historia cubana. Ése es otro resultado nefasto del monopolio partidario de los medios masivos de comunicación y del régimen político tiránico de partido único: el embrutecimiento de la población y la ausencia de alternativas.

Mientras en público, en sus discursos de la época decía que era necesario investigar las causas del derrumbe o “desmerengamiento” del campo del “socialismo real”, a espaldas de los ciudadanos reprimía cualquier análisis sobre el modelo económico, social, jurídico y político copiado por Cuba, hasta el suspiro. Para el “mesías” -y así lo trasmitió a sus militantes- el derrumbe era un asunto de blandura o de firmeza de macho alfa, nunca una responsabilidad por las políticas públicas del país.

No importa si esto tenía repercusiones nefastas en la vida de millones de ciudadanos, por desinformación y represión de la opinión pública y académica. No importa si la desinformación impedía el debate de las alternativas a la crisis al mismo tiempo que las reprimía. El “mesías”, seguía pensando el país como su dominio personal y no tenía propuestas políticas alternativas viables. La ausencia de soluciones a los problemas acumulados los dirigió Fidel Castro, a la regresión hacia los voluntarismos de los años 60 que habían demostrado su fracaso.

Lo más lamentable del asunto es que sus militantes aceptaron sumisos y hasta represivos (algunos mencionan su papel en los actos de repudio), la errática política del “mesías” y en sus entrevistas mostraron una mediocridad vergonzosa para analizar las causas del derrumbe euro-soviético y las alternativas.

Uno se pregunta si queda alguien ilustrado, sensato y honesto en las filas del Partido Comunista de Cuba o si solo quedan funcionarios e intelectuales de muy bajo horizonte cultural y político. También, si la postura de “macho alfa” que se utiliza sólo contra los reprimidos y no contra los represores, demuestra el estado cavernícola del PCC y de su militancia.

El caso es que aún es un tabú hablar del derrumbe del modelo copiado en Cuba y por eso la falta de alternativas a los problemas estructurales heredados. El gobierno cubano hace círculos alrededor de los mismos problemas estructurales, se estanca, reprime el debate y el país continúa en recesión.

Sandvik analizó la cobertura de prensa sobre el derrumbe en el periódico Granma desde 1989 a 1992 y entrevistó a los militantes en 2013. En su análisis, concluye sobre la poca información que ofrece el Granma sobre los acontecimientos en la URSS, de lo cual solo se publica algo sobre el debate económico entre dos propuestas de reformas en ese país.

Sin embargo, algo se publica con respecto a la RDA (República Democrática Alemana), sin mencionar la caída del Muro de Berlín, sino la apertura de fronteras del Partido Socialista Unificado de Alemania. La muerte de la pareja Ceausescu en Rumania y el movimiento Solidaridad en Polonia son mencionados en recuadros secundarios del periódico.

Llama la atención como todos los militantes entrevistados, siguen la consigna del militarizado partido leninista cubano, una actitud que demuestra la falta de autonomía de los militantes y la aceptación de cualquier orientación por muy en contra de los intereses de la población que pueden resultar. Hasta ahora, esos mismos militantes y su partido evidencian la falta de capacidad política de la dirección en aquella época y en la actual, para propiciar y consensuar un cambio estructural del socialismo real cubano, en crisis desde 1990.

La nefasta construcción de un partido militarizado (leninista) cubano ha hecho posible, junto al tratamiento de la realidad interna del país de manera esquizofrénica -los medios masivos de comunicación demuestran una ruptura sistemática con los problemas del país- que, 27 años después de la caída del Muro de Berlín, el país no avance para salir de su crisis estructural, no reconocida por sus propios intelectuales y funcionarios “orgánicos”: ¿mordaza, autocensura o represión?

Marlene Azor Hernández

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